Cuando era apenas una cachorrita, Lily – una gran danés – quedó ciega por culpa de un accidente. En un primer momento, sus dueños – una familia inglesa – contemplaron la posibilidad de sacrificarla para ahorrarle las futuras dificultades. Los convenció de lo contrario la intervención de Maddison – también una gran danés – que se convirtió en compañera y lazarillo de Lily.
Desde entonces, la pareja fue inseparable y estableció una relación muy estrecha. Duermen juntas y establecieron entre ellas un ladrido distinto al acostumbrado. Por su ceguera, Lily agudizó sus otros sentidos y percibe fácilmente la presencia de Maddison.
Cuando están en la calle, Maddison se acerca y la empuja suavemente para indicarle a Lily, la dirección que debe tomar. Los vecinos, incluso, se acostumbraron a verlas pasear, inseparables, siempre compañeras.
Hace un tiempo, las protagonistas de esta historia se enfrentaron con un problema de magnitud. Sus dueños ya no podían darles refugio y decidieron entregarlas en adopción. Tarea complicada porque quien pudiera brindarles su hospitalidad, debía hacerse responsable de ambas dada la particular situación.
La pareja esperaba ser adoptada, pero sin suerte. Sin embargo, cuando se difundió su historia en los medios, una familia del norte de Inglaterra abrió generosamente las puertas de su hogar. Y es así que las mascotas pueden continuar regalando su verdadero ejemplo de amor y solidaridad.