Vanesa es una joven de aspecto frágil pero (por lo que pasaremos a relatar) de avasallante espíritu resiliente, pujante, emprendedor.

Sólo así se deduce cómo logró transformar un muy duro trance personal – que padeció en plena pandemia y con un hijo – en una iniciativa que no sólo la salvó a ella sino que se extendió a mujeres que sufren situaciones parecidas.  Un emprendimiento que socorre a madres que no reciben ayuda de sus ex o que escapan de relaciones tóxicas, y violentas.

Por tal motivo se llama Las Chicas el comercio que días atrás inauguró en Caseros: Vanesa sólo contrata mujeres; en especial, aquéllas que necesitan una oportunidad para – mediante el esfuerzo y el trabajo – supervivir y salir adelante.

¿CÓMO SE INICIÓ TODO ESTO?

“Empecé con el papá de mi hijo – le detalló a VivielOeste.comque es verdulero, en el garage de la casa de su mamá”.

Distintas complicaciones obligaron a la pareja  “a vender bolsas de papas en la calle porque no teníamos plata. O sea, yo tenía poquita y con eso compramos una camioneta usada para cargarlas. De a poquito empezamos a ahorrar y nos abrimos una verdulería sobre la Ruta 8. Así estuvimos tres años trabajando en ese negocio hasta que dividí la sociedad porque discutíamos demasiado. Cuando yo me voy, él no me da nada y se queda con el negocio y la camioneta, por lo que tuve que empezar a hacer reparto de verduras sola. En plena pandemia estaba sin trabajo, pero me hice toda una cartera de clientes porque la gente no salía en esa época. Así fue como empecé a hacer delivery desde mi casa, armando pedidos y yendo sola al mercado. De a poquito fui de reparto y reparto y empecé a vender mucho, por lo que ya no daba abasto por mi cuenta. Le pedí a mi hermana que me ayude y después de un año más, con el dinero que juntamos nos abrimos un local. Con todo lo que había vivido, se me ocurrió hacer una verdulería sólo de mujeres para ayudar a las que estén separadas, se hagan cargo de sus hijos y no reciban ayuda de los padres. Al segundo año inauguramos otro en José León Suárez (…). Esa primera sede quedó totalmente a cargo de mi hermana”.

Sobre la cantidad de empleadas que tiene su emprendimiento, detalló Vanesa: “Un montonazo. Tengo una cajera que es mi otra hermana, una encargada que es mi sobrina de corazón, dos vendedoras y después a la tarde otra cajera. También hay dos chicos a la mañana que van a descargar el camión, porque las chicas no pueden levantar esos cajones, y uno más que los arma y desarma. En Ramos Mejía, está mi mejor amiga, que en todos los negocios que abro me ayuda a enseñarles a las empleadas todo y luego se va”.

Obligada por los conflictos que generan la situación familiar de cada una de sus empleadas, Vanesa debió implementar un régimen de trabajo especial: “…se distribuyen los horarios. Las que son solteras y no tienen hijos van a trabajar los fines de semana. Las que son madres y necesitan irse un ratito porque no tienen a nadie que les cuide a los nenes, se cambian las horas o se cubren entre sí. Lo mismo si una tiene que entrar más tarde o quedarse un rato más. No hay problema. Somos re compañeras todas”.

“QUIERO UN IMPERIO DE VERDULERÍAS”

La de Caseros es la cuarta verdulería Las Chicas que abrió Vanesa. Cuando se le preguntó si proyectaba sumar sucursales, no dudó: “Obvio. La idea es expandirme por todos lados, ya sea en la provincia como en la capital. Esto arrancó hace dos años con un hijo de doce del cual se ocupaba mi mamá o mi hermana cuando no estaba. A veces me escapaba un minuto del negocio e iba a buscarlo al colegio. Y ahora tengo cuatro locales. Quiero un imperio de verdulerías”.