Continuamos con la presentación de los vecinos distinguidos por la Asociación Caseros Centenaria (ver https://caserosysugente.com.ar/?p=16590
Ernesto se recuerda como protagonista de “una infancia feliz, acompañado por tíos, primos, amigos y buenos vecinos”. Por entonces, sus padres tenían una carbonería en Angel Pini y Lisandro de la Torre.
Sus progenitores – Domingo y María Ortega – residían en La Paternal hasta que edificaron su propia vivienda, en el mismo terreno donde cada mañana levantaban la persiana para vender el por entonces tan necesario carbón.
El matrimonio porteño deseaba tener un hijo pero éste se hizo desear y demoró 17 almanaques para asomar su cabecita, el 3 de noviembre de 1944, y colmar de dicha a sus papis.
Ernestito fue creciendo a la par de una vecinita de la esquina de casa – María Cristina Márquez – que lo hacía suspirar cada vez un poco más…
Cuando él alcanzó sus 18 y la jovencita transitaba sus 16 primaveras, se dijeron “¡Sí, para toda la vida!”… promesa que cumplen a rajatablas: ya superan las seis décadas de casados.
La pareja tuvo tres hijos – Fabián, Alejandro y Gabriela – y media docena de nietos: Pablo, Estefanía, Lucas, Agustina, Julián e Ignacio.
Por más de veinte años, Ernesto se dedicó a manejar un taxi para mantener a la familia; también fue comerciante y, años después, junto a su hijo Alejandro, creó la empresa Lavimet, especializada en la industria de la iluminación.
Aquel bebé que tanto se hizo desear, que se crió jugando entre bolsas de carbón y en calles de tierra y baldíos, que se enamoró para siempre de la vecinita de la esquina, que siempre fue emprendedor, que cumple lo que promete, hoy luce sus 80 almanaques… por todo esto, la Asociación Caseros Centenaria lo designó “Caserino de Alma”.