Ayer por la mañana nos enteramos que falleció Benito Cándido González, que falleció el martes 27 de septiembre, a sus 88 años.
Fue el titular de González Sport, el comercio que desde 1963, abre sus puertas en av. San Martín, frente al túnel, frente a la plaza Unidad Nacional.
Inmigrante gallego, oriundo de Lalín (la misma localidad de la familia de Raúl Alfonsín), llegó a esta Argentina de brazos abiertos en 1948, a bordo del vapor Córdoba, solo, con apenas 14 años.
Recuerda Alejandro, su único hijo: “Papá decía que en Cuba, la única parada que realizó el barco, se agarró un cacho de bananas que le sirvió de alimento para el resto del viaje”.
Don González, quien arribó a estas tierras sin mayor pertenencia que “una mano atrás y…”, a lo primero que se dedicó es a lo imperiosamente primero que se dedicaba la mayoría de los inmigrantes: trabajar + trabajar + trabajar. Sin respiro.
De lunes a viernes, fue chapista de automóviles. Sábados y domingos, lo que apareciera: desde mozo en el Hipódromo (atendió al Mono Gatica) hasta aprovechar cualquier changa que le generara unos pesos.
La vida laboral lo acampó en los Talleres Alianza y con los primeros recursos se asoció con su hermano Baldomero, su cuñado Manuel Bodaño y Luis Ousande para fundar Ebro Sport; primero en Santos Lugares y más adelante en estas latitudes caserinas.
Vuelve a recordar Alejandro: “¡Lo que trabajaban en ese tiempo! Lo recuerdo y me impresiona. Iban al negocio a las tres de la madrugada y se quedaban haciendo composturas de las prendas hasta la hora de abrir el negocio… así todos los días”. Y agrega Alejandro: “En esos años había mucha venta, casi todos los negocios estaban llenos”.
Para este tiempo que estamos relatando, don Benito Cándido González (“Pepe” para los conocidos) ya tenía casa propia (“acá mismo, donde está la tienda”, señala Alejandro) y ya se había enamorado y casado con su paisana Ernestina Gómez, tan gallega como él; incluso, oriunda también de Lalín.
Alejandro, nuevamente: “Si mi viejo trabajó, mi vieja no se quedó atrás. Lo acompañó en todo… fue muy esforzada y atenta a todo, tanto a las cosas de la casa como del negocio”.
Ernestina falleció el pasado 1 de marzo.
GENERACIÓN DORADA DE AVENIDA SAN MARTÍN
Fue para los años ’60 y ’70, que esta arteria, en Caseros Norte, tuvo su época de esplendor; en especial, desde las vías hasta la calle Bonifacini.
Motorizadas por el Centro de Comerciantes de av. San Martín y la Asociación Fomento de Caseros, se organizaron numerosas actividades. No faltan vecinos memoriosos que tienen presente el esplendor de los multitudinarios corsos que abarrotaban la avenida. Artistas de primera línea que concurrían a espectáculos que conducía el consagrado Juan Laborde.
Detrás de cada actividad programada, estaba el quehacer de comerciantes como “Juan Perachino, los hermanos Nápoli, Goyito, Molinari, Néstor, Catena, Berraondo, Carlos Livellara…” y por supuesto, don Benito González.
“Mi viejo cerraba el negocio y seguro que tenía reunión o en el Centro de Comerciantes o en la Sociedad de Fomento, siempre tenía algo que hacer… trabajaba a la par de todos en estas instituciones”.
Como buen gallego, González fue hincha de San Lorenzo y también le gustaba mucho la música… “todo tipo de música, desde el flamenco hasta el tango; hasta se dio el gusto de grabar un par de discos, de esos grandes, negros, de vinilo”, se ríe Alejandro.
Aquel pibe de 14 años jamás pensó en volver a su tierra natal. Los duelos por quienes quedaron allí los sobrellevó aquí, en silencio con su alma, disimulando su dolor.
Sólo una vez, empujado por sus seres queridos, fue de visita a su Lalín natal. Con ese viaje le alcanzó (o no) para cicatrizar quizá alguna herida.
Ya para esa época, a esta tierra, a pesar de las vicisitudes y las crisis que se fueron sucediendo es la que había elegido para su vida, para su destino.
Y siempre, siempre, siempre, tuvo únicamente palabras de agradecimiento para nuestra Argentina.
NdeR: la fotografía que ilustra esta nota retrata a González y su esposa, doña Ernestina, de vacaciones en Carlos Paz.