Dijo basta. Basta. Hasta aquí, llegué. La decisión le generó incomodidades económicas y asperezas familiares. Pero ya no podía hacerse el desentendido ante ese llamado que gritaba desde el fondo de su alma. Y ese llamado lo enredó para siempre a las cuerdas de su guitarra. Así se hizo cantor, bohemio, peregrino del mundo. Estamos junto a Oscar Acebrás (54), en los estudios de FM Caseros.
(nota de redacción: esta entrevista fue realizada en 2004)
Oscar, apoyado en su guitarra, cuenta ante los micrófonos algunas cosas de su vida. Mientras cuenta, no puede evitar que sus dedos rocen las cuerdas. Entonces detiene su contar, de palabras simples y demoradas, y canta. Es lógico, si este hombre está hecho para eso, para cantar. De paso, presenta su último disco, un CD que contiene primeros temas de nuestro folclore y tango y, también, creaciones propias relacionadas con Caseros, su barrio.
Está el vals Evocación a Caseros, himno de nuestros pagos. Cuenta Oscar: “Este vals nació cuando se construyó el túnel de avenida San Martín… por entonces, yo viajaba mucho en tren y sentía que se estaba modificando el barrio… creo que el túnel fue la obra que más lo modificó. Así, en esos viajes en tren, en papelitos que iba guardando en el bolsillo, fue naciendo el vals”.
Está “Cuántas noches…” y sobre este tema, dice Acebrás: “Lo compuse después de charlar con mi amigo Carlitos Farías, en una mesa de la pizzería Ottonelli… él me repetía: ¡’Cuántas noches, Oscar, pasamos acá! ¡Cuántas noches!’ . Y ese ‘cuántas noches’ me quedó dando vueltas hasta que compuse el tango”.
Figura también, en el CD que se llama Emociones, el tema Tirando la bronca… “Un tango que nació cuando el Unimarc se instaló en el barrio y sentí que se perdía el Caseros que conocí y por eso en una parte de este tema digo ‘qué saben los tipos del supermercado’…”.
En éstas, sus creaciones, Oscar inmortaliza al Cedrón Bar, al Pampa, a Dino Tuchi, a Ferrari, al viejo Antín, al Bar Los Pichones, a Quito, a Salvador, al Zonda, al club República, al boulevard de avenida San Martín, al Bar de Carlitos, a la cortada de la estación, a pizzería Ottonelli, a la esquina de Belgrano y 3 de Febrero, a las calles inundadas…
Hace diez años, Oscar se fue de Caseros. Primero, al centro porteño; después, al mundo.
Sus canciones lo llevaron desde Tokio a los Emiratos Arabes, París, Francfort, Londres, Roma, Amsterdam, Lisboa, el mediterráneo español…
En un principio, marchaba como músico acompañante de otros elencos hasta que decidió que, en su continuo peregrinaje, lo acompañara sólo su guitarra y una valija con lo imprescindible. Son giras interminables.
“Sé cuándo me voy, ignoro cuando regreso”. Atraviesa las latitudes presentándose en escenarios disimiles. Puede ser un selecto hotel, el anfiteatro de una plaza o en plena calle a la gorra. “En cualquier escenario del mundo me siento bien siempre que pueda hacer lo que siento”.
Así es Oscar, no le busquen vueltas. El hijo de María Salonia y Juan Justo Acebrás, recuerda la cuadra de su infancia (Curapaligue, entre Sabattini y Alberdi), las comidas familiares en mesas numerosas, las canchas de bolita, la primaria en el instituto Cardoso, su primera novia, su trabajo en el corralón Acebrás Hnos., propiedad de su padre… “que estaba ubicado en la Plaza Mayor, donde ahora está la locomotora”, su juventud acomodada… “llegué a tener autos 0 km…”. Pero, allí, dentro de ese mundo consolidado que le aseguraba bienestar, un susurro caliente le indicaba que su camino era otro. Incierto, azaroso, pero otro. Entonces dijo basta.
Durante la charla, Oscar también dijo lo siguiente:
• Entre las cosas que perdí por la música fue, además de la seguridad económica, la posibilidad de una vida familiar más tradicional. Tengo muy buena relación con mi ex esposa, una excelente mujer, y con mis dos hijos: Luciano y Santiago, los dos son músicos.
• Mis hijos son cuarta generación de Acebrás, en Caseros; mis abuelos llegaron al barrio en el 1900. Caseros cambió muchísimo en los últimos años. Está irreconocible. Hay barrios que permanecen igual pero yo, que hacía un tiempo que no venía, noto los cambios.
• Entre las mejores personas que conocí no puedo olvidar a Domingo Martos, el poeta de Santos Lugares, un libertario total.
• En Inglaterra, además de cantar, bailo tango y enseño a bailar… en el mundo, el tango-danza es furor.
• El público más receptivo para un artista argentino es el del mediterráneo español… también el italiano. No quedan dudas de que somos una mezcla de gallegos y tanos.
• Cuanto más viajo, más confirmo algo: la Argentina es el mejor país del mundo… tenemos acá, todos juntos, pedacitos de paisajes de todo el planeta.
• Cuando canto en mi barrio, Evocación a Caseros, el tema adquiere un sentido especial. Pero me di cuenta también de que puedo cantarlo, con muy buena recepción, en cualquier país… es que las coplas populares hermanan a todos los pueblos.
• En España, piden que cante cosas de Cafrune aunque lo más conocido es Alfonsina y el mar; en Londres, temas de Gardel; en París gusta el tango pero están más metidos con Piazzolla.
• La música llenó todos los huecos de mi vida. Soy músico por necesidad espiritual. Desde muy chico, mi gran refugio fue la música.
Hace tiempo que no lo vemos a Oscar. Quizá, ahora esté en Asia, o en Europa, o esté cantando por Melbourne. O se lo encuentre acá nomás, del otro lado de la vía. En todo caso, si se topa con él, vecino, mándele saludos, por favor. Es un buen tipo.