PEDRO FIANDRA, MI ESPOSO
By Caseros y su Gente

PEDRO FIANDRA, MI ESPOSO

Años atrás, le pedimos a Sara Urcola de Fiandra que nos hablara de su esposo, quien fuera un conocido operador inmobiliario de nuestro barrio. Nos relató lo siguiente:

«A Pedro lo conocí de jovencita. Él me quería conquistar, pero yo lo rechazaba porque como yo era un año mayor que él, me parecía mal ponerme de novia con un muchacho más chico que yo. Pero insistió, perseveró, y le dije que sí.

«Él vivía en la esquina de Andrés Ferreyra y Moreno y tenía dos hermanos –Alfredo y Carmen– y un hermanastro: Enrique, quien falleció joven. Su madre se llamaba Leonilda y su padre – Alfredo – fue uno de los primeros rematadores de Caseros; tenía su inmobiliaria en 3 de Febrero y Urquiza.

«Pedro hizo la primaria en la Escuela N° 8 (3 de Febrero y Belgrano) y la secundaria en el Sarmiento, en la Capital. Antes de que cumpliera sus 21 años, le entregaron el título de martillero. Estuvimos cinco años de novios y nos casamos el 21 de enero de 1939, en la parroquia La Merced. Pedro se independizó de su padre e inauguró su propia oficina en 3 de Febrero, entre Belgrano y Moreno; más adelante, se instaló definitivamente en Moreno y 3 de Febrero.

«Su gran pasión fue el trabajo; fue la persona más trabajadora que conocí. Se desvivía por ejercer su profesión… tanto que apenas si le quedaba tiempo para su otra gran pasión: la música. Había estudiado piano en el Colón v le encantaba la ópera.

«En los años ´40, en Caseros, y en los alrededores, había muchos lotes para vender y mi esposo tenía muchísima actividad. Recuerdo que los sábados y domingos se organizaban los remates… se armaban las carpas y se llevaba a los vecinos en las famosas “bañaderas”. Los lotes se vendían en facilidades y se entregaba una libreta donde se anotaban las mensualidades que se iban pagando.

«Nosotros vivíamos al lado de la oficina y como en los fines de semana la calle 3 de Febrero se convertía en peatonal, la gente salía a pasear y, de paso, nos golpeaba la puerta de casa para cancelar las cuotas. Tuvimos tres hijos: Carmen Haydeé, Sara Edith y Mirtha Mabel; mi esposo siempre se ocupó mucho por ellas. No las preparó para que lo sucedieran en el negocio porque, como era algo conservador, decía que la mujer debía dedicarse al hogar.

«Era delgado, de cabello oscuro, de altura mediana, le gustaba estar siempre pulcro, prolijo. Fue una persona introvertida, seria, muy exigente de sí misma y muy sensible. Le daba mucha rabia tanto la injusticia como la pobreza de la gente. Siempre estaba aconsejando a los vecinos para que estudiaran, para que se prepararan en la vida. En lo que podía, ayudaba al que lo necesitara.

«Fue uno de los socios fundadores del Rotary Club Caseros; también, fue martillero del Banco Hipotecario. Una de las imágenes más recurrentes que tengo de él, es la de una persona sumamente honrada, correcta y dedicada a su profesión. Es el día de hoy que tanto a mis hijas como a mí, nos sucede que cuando vamos a algún sitio y se menciona el apellido Fiandra, inmediatamente nos hablan bien de Pedro.

«Recuerdo que, para fin de año, los vecinos nos colmaban de atenciones. El 25 de noviembre de 1976, tuvo un ataque de cuadriplejia y jamás se pudo recuperar por completo. Esta enfermedad le fue fatal porque ¡justo él! se sentía imposibilitado de valerse por sí mismo. Vivir se le transformó en una penosa agonía. Falleció el 3 de mayo de 1993.

«Una vez, encargué unas tarjetas personales… me llamo Sara Urcola y me negué a agregar “viuda de Fiandra”. Para mí, él siempre está presente».

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