Hoy -5 de octubre – se cumple el vigésimo aniversario del fallecimiento de Sara Alejandrina Rousset. Tenía 89 años, dos hijos – Adrián y Mario – y cuatro nietos. Vecina de la calle Sabattini, casi esq. Lisandro Medina, fue durante décadas una muy querida profesora de piano de nuestro barrio. Tuvimos oportunidad de entrevistarla y nos contó lo siguiente:
OIDO ABSOLUTO
Empecé a tocar el piano cuando tenía seis años. Tengo lo que se llama ‘oído absoluto’… puedo detectar incluso desde cierta distancia que nota musical está mal tecleada y en qué lugar del teclado se comete el error. Aún hoy, a mis 87 años, puedo sacar de oído cualquier tema.
EL PIANO, NUNCA MÁS… HASTA QUE CONOCÍ A LOS TEGLI; EN ESPECIAL, A AMBLETTO
Tuve un novio que falleció cuando nos estábamos por casar… quedé tan triste que cerré el piano y deje de tocar. Para ese tiempo, una nueva familia – los Tegli, muy amantes de la música – vino a vivir a Sabattini y Lisandro Medina, frente a casa. Una de las hijas – Verna Victoria Italia (se llamaba así) – me empezó a insistir para que volviera a tocar el piano. Yo me negaba. Una tarde, me invitó a su casa y rodeada de sus familiares me rogó que tocara el piano. Toque el vals ´Cuando el amor muere’. Entre los presentes, estaba el hermano de Verna, Ambletto Otello. Toqué el vals con tanto sentimiento que, con el tiempo, Ambletto me confesó que en ese momento se enamoró de mí. Al principio, yo me negaba a sus festejos pero insistió, insistió, y me convenció. Estuvimos dos años de novios y nos casamos. Fue un hombre muy bueno, muy considerado y dedicado a su familia y a su trabajo; era músico militar, tocaba el violín; en la banda militar, tocaba la trompeta.
MAMÁ Y PAPÁ
Mi mamá se llamaba Rosa María Gravano y mi papá, Edmundo Luis Rousset. Él era francés. Fue experto en imprenta en el ferrocarril Pacífico; tenía alrededor de 70 personas a su cargo, en los talleres Alianza.
MI PAPÁ MERECE QUE UNA CALLE TENGA SU NOMBRE
Fuera de su empleo, trabajó mucho – a través de la Asociación Fomento de Caseros, donde fue presidente dos veces- para que el barrio progresara. Apenas volvía del trabajo, se iba hasta San Martín, en el colectivo 4, para que instalaran en Caseros el alumbrado público. Eran horas y horas que dedicaba al pueblo. Recuerdo que la Asociación Fomento de Caseros había logrado comprar un tractor para emparejar las calles y mi padre, personalmente, ponía adoquines y ladrillos para que la gente no pisara el barrio. También, colaboró mucho con el Banco Cooperativo… creo que mi papá se merece que una calle lleve su nombre.
BARRO + BARRO
Había tanto barro en Caseros que, cuando llovía, para llegar a casa había que dar una vuelta bárbara. Había que ponerse las botas hasta las rodillas.
PAN – LECHE – ASADO
El pan lo comprábamos en lo de Benito Diéguez y, después, en `La Nacional’. El lechero era Valverde que venía con las vacas, casa por casa. La carne la comprábamos en lo de Agusti y en lo de Torchia.
CLUB SOCIAL – REPÚBLICA – MUCHACHOS BUENOS MOZOS
Íbamos a bailar al club ‘Social’ con papá de `guardia’ vigilándonos. El club estaba en Urquiza y San Martín, donde después se levantó el Cooperativo … al ‘Social’ iba la `crema’ de Caseros. Era una casa vieja, tipo `chorizo’. Se bailaba con orquestas y, supongo, con fonógrafo. Tocaban durante media hora, tango, y media hora, foxtrot. También iba a bailar a la ‘República’… recuerdo a algunos de aquellos muchachos: González Beiró, Flores, Landín, Sculatti…
LA PROFE
Al poco tiempo de casarme, empecé a enseñar piano. Tuve muchísimos alumnos. Enseñaba desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche. Mi cuñada, Verna, también tenía alumnos. Con el tiempo, mi esposo empezó a ensenar guitarra… había tanto furor con la guitarra que, incluso, tenía más alumnos que yo. A fin de año, llevábamos a los alumnos a rendir examen al Conservatorio Gaito… salíamos de la puerta de casa con uno o dos micros llenos de chicos. Me gustaba enseñar… tenía paciencia, quería que me entendieran. Mi método no era marcar una clase para que la practicaran en casa sino que tenían que sacarla delante de mí.
La casa donde Sarita transcurrió su infancia – junto a sus padres y sus hermanos: Elena, Raúl y Roger. La vivienda – con molino incluído – estaba ubicada en Lisandro Medina y Sabattini.