Se trata del mismo que fue alumno del colegio Beato Vicente Grossi y del instituto Nstra. Sra. de La Merced.
El hijo de Graciela Otero y Marcelo, el hermano mayor de Mariela y Nacho. El que andaba en triciclo en las veredas de la calle La Merced, entre Andrés Ferreyra y Sarmiento.
El adolescente que supo ir a bailar a Imagin (Urquiza, casi esq. Caseros), con la condición de que apenas pasada la medianoche retornara a la casa de su abuela Lala, ubicada a la vuelta del popular boliche.
El que tenía veintipico cuando viajó hasta Ezeiza para treparse a otro viaje, otro viaje más largo.
HOY,ARIEL
Tiene 46 años, es escritor y reside en Castilla y León (España).
Semanas atrás, Leonoticias.com publicó lo siguiente sobre él:
“La historia de este autor con la Literatura parte de una ruptura vital, que le impulsó a abandonar su país, Argentina, y a reinventarse. «Estuve viviendo cinco años con la mamá de mi hija, en Alemania, lugar al que no me adapté. Cuando sufrí una parálisis facial, decidí que era el momento de volver a España, para recuperarme. Siempre he sentido este país muy cerca, en cuanto a cultura e idiosincrasia. Es la tierra de mi abuelo. Yo ya había residido quince años en Madrid, pero buscaba un lugar más tranquilo, donde no hiciera tanto calor».
“Y en esa nueva ruta, a través de la narrativa de ficción, recaló, en plena pandemia, en León, donde reconoce que ha encontrado el ritmo en el que desea moverse. «Fue Emma Varela, escritora leonesa de Literatura infantil, quien me invitó a descubrir la ciudad. Me enamoré del casco antiguo, de su arquitectura, de sus cafeterías… Fui conociendo su gente, tan auténtica, su provincia, y me quedé. Es un lugar perfecto para vivir».
“Resulta curioso encontrar en León un consultor, que escribe para niños, aunque Ariel nos asegura que, realmente, es al revés: «Mi madre era profesora de Literatura, mi padre, periodista. Desde pequeño, siempre me gustó leer ficción. Cuando terminé mis estudios en el instituto, la orientadora del centro me dijo que debía encaminarme hacia disciplinas relacionadas con el Arte y las Humanidades. No sé cómo estudié Marketing, actividad que me gusta, pero aplicada a cosas que me gusten más. Creo, sinceramente, que mis libros se venden, no por su calidad literaria, sino por el marketing y las ilustraciones que acompañan a mis palabras», confiesa humildemente”.
LOS CEREZOS EN DICIEMBRE
“Su primera obra de ficción, Los cerezos en diciembre, publicado en 2011, por la editorial Comanegra, fue un libro para adolescentes, «que vomité en una noche». La historia constituye un homenaje a la entrega, al sacrificio del pueblo japonés, tras el terremoto de Fukushima. Tras este, le siguieron : La niña que caminaba entre aromas, El miedo de Iván, El faro de las almas y quizás, su relato más personal, Las alas de la mariposa, en 2015, en el que cuenta la historia de una muchacha, Clara, que sufre ataques de pánico.
HIJA
“En 2019, de nuevo bajo el amparo de Cuento de Luz, nació Hija, la primera de las cinco historias que conforman Amor de familia; un precioso relato, «escrito con el corazón» e ilustrado por Sonja Wimmer, ganador al año siguiente del Independent Publisher Book Award, «para leer a las hijas curiosas. A las soñadoras a las que les gustan las trenzas. A las que prefieren el pelo suelto. A las que se llenan la boca con mermelada. A las que hablan hasta estando dormidas. A las que miran en silencio y sonríen. A las que descubren el mundo detrás de las cosas más pequeñas».
HIJO
“En 2020, llegó a las librerías el segundo de la citada serie, Hijo, cuyas palabras iniciales nos sitúan también ante el camino de la vida: «Anoche tuve un sueño. Un sueño en el que llegabas a nuestro hogar con los ojitos apenas abiertos y un montón de preguntas en la punta de la nariz…». Hijo es el legado que se le deja a un hijo. Es un mensaje lleno de amor, puro e incondicional, de confianza hacia el niño que siempre nos acompaña y hacia nuestro corazón, el faro que sabrá guiarnos siempre que tengamos dudas o miedos, siempre que nos sintamos solos o perdidos: «Y si alguna vez la noche es tan oscura que ni siquiera ves la luz de la luna, entonces recuerda mirar en tu interior porque no hay mejor brújula que tu corazón». Acoger, proteger, descubrir, aprender, amar… Todo eso es ser padre y madre, sin olvidar, como nos recuerdan Ariel y Sonja, que en este viaje hacia la libertad «estamos hechos de sueños, y todos tenemos dentro el deseo de volar».
“Hasta la fecha, el último regalo de esta compilación es Hermanos. Los hermanos juegan, se pelean, se abrazan, ríen y lloran, pero por encima de todo permanecen unidos, como notas que comparten una misma partitura, sin que importen «las tardes de tormenta y las sombras de la noche que vengan a visitarnos».
“Tres libros para leer en familia, una y otra vez, en los que cada metáfora visual de Sonja Wimmer se convierte en una pequeña obra de arte. Considerada como una de las mejores ilustradoras del mundo y galardonada con numerosos premios internacionales, su capacidad de crear infinitos mundos de colores, así como la dulzura y la fuerza con la que traza cada línea nos acercan a nuestra infancia. No podemos imaginar las horas de soledad que hay detrás de cada proyecto, haciéndose «amiga» de la historia, jugando con el lápiz, bailando con los pinceles. El diálogo que esta artista establece entre el mundo emocional y el mundo lírico es prodigioso; leer sus ilustraciones es mantener viva, en nuestra retina, la historia, sintiéndonos parte de ese mundo poético suyo, en el que «ilustrar es aportar luz a la gente, hacerle reír, conmoverse, reflexionar y soñar».