Es el invierno de 1932. Es el mes de junio y el gobernador bonaerense se llama Federico Lorenzo Martínez de Hoz.
Todavía no existe el distrito Tres de Febrero y nuestro Caseros actual es apenas un pueblo más de General San Martín, jurisdicción a cargo del intendente Juan Manuel Guglialmelli.
Ahora entramos al local de la pujante Asociación Fomento de Caseros (AFC), ubicada en la adoquinada avenida San Martín (arteria dividida por un boulevard), entre Sabattini y De Tata.
Encontramos a un grupo de vecinos – obreros, empleados, comerciantes, profesionales, artesanos – que suma sus voluntades con el objetivo de crear una institución que satisfaga dos necesidades acuciantes: otorgar créditos accesibles y que desempeñe funciones bancarias.
Son tiempo de crisis y a los trabajadores les cuesta llegar a fin de mes. Cada tanto, es preciso recurrir a los prestamistas de turno que martirizan con su diez por ciento mensual.
Poco cuesta que el vecino mude su condición de deudor a moroso, pierda sus bienes y especialmente, el prestigio que por esos tiempos cotizaba alto.
Es entonces que en la entidad fomentista de avenida San Martín se lanza la piedra de lo que con el tiempo se convertiría en orgullo y referente de nuestro barrio: el Banco Cooperativo de Caseros (BCC), el mismo que sería reconocido como el más importante de América.
26 DE JUNIO DE 1932
Es el último domingo de este mes invernal. Tras una serie de reuniones, la asamblea fundacional se constituye en la mañana del 26 de junio de 1932, en la AFC.
Son 68 (ver aparte) los socios que rubrican el acta inicial y suscriben 121 acciones por un valor de 12.100 pesos m/n.
Cuatro meses más tarde, el emprendimiento recibe su personería jurídica.
La primera sede de la flamante entidad se asienta en el comedor de la casa de la familia Cervetto, ubicada en la calle Andrés Ferreyra, entre Valentín Gómez y Urquiza, a media cuadra de la estación.
Las jóvenes Angélica y María Luisa Cervetto, en forma ad honorem, se encargan de cobrar el dinero de las cuotas que prolijamente atesoraban en una mesita de luz (ver foto).
Al tiempo, se alquila una vivienda a la vuelta, sobre Urquiza, entre Sarmiento y Andrés Ferreyra.
En 1948, se colocó la piedra fundamental de la Casa Matriz, en San Martín y Urquiza, que fue inaugurada en enero de 1950.
EL CRECIMIENTO
En junio de 1960, el BCC inaugura su primera sucursal, en Villa Devoto. Ya en incesante crecimiento, el Cooperativo se extiende, mediante filiales, a Ciudadela, Palomar, Santos Lugares, San Martin, San Justo, Loma Hermosa, Olivos, Sáenz Pena, Caseros norte, Flores, Belgrano, Pilar, Morón, Podestá y Mar del Plata. A través de una fusión, el accionar de la entidad se desarrolla también en Rosario y Córdoba.
En septiembre de 1971, se crea la Fundación Banco Cooperativo de Caseros que proyecta la entidad a ámbitos como la educación, cultura y deportes. Gerenciada por Juan Pizzarello y más adelante, por Julio López, este organismo alienta y promueve numerosas actividades a favor de la comunidad.
El 7 de diciembre de 1973, en un solar donde supo levantarse el coqueto chalet del doctor Apollonio, ubicado en Urquiza 4750, el BCC inaugura el impactante Edificio Torre, de 24 pisos, donde se radica el sector administrativo del banco.
SU DESAPARICION
En 1992, la institución gestada en la Asociación Fomento de Caseros celebra su 60° aniversario (foto principal). Ya están creados los departamentos Comercio Exterior y Cambios, Sección Hipotecaria, Títulos Valores, FEPLAN, Seguros, Compra Directa, etc. También se sistematiza Caserban, Carta Franca, Cuenta Múltiple Bimonetaria.
El banco parece invencible. Pero es la década del ’90 y llega “el tequilazo”. Y las corridas bancarias. Y los rumores, la falta de confianza.
Los ministros de Economía y falencias propias de la entidad hacen el resto. El viernes 18 de octubre de 1996, el BCC cierra sus puertas para siempre.
Pero ésta, ésta es otra historia.