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Tota, la tan, pero tan querida peluquera de la calle Alberdi, entre Lisandro de la Torre y Perdiguero

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Caseros y su Gente >> Te acordás de..? >> Tota, la tan, pero tan querida peluquera de la calle Alberdi, entre Lisandro de la Torre y Perdiguero

Cuando entrevistamos a Concepción Rafaela Ferre (conocida por todos como Tota), en su casa de la calle Sabattini, casi Perdiguero – nos relató su historia de vida ligada estrechamente con el devenir de nuestro Caseros. Ella, nos dijo lo siguiente:

  • Mi padre, Benito, era peluquero. Trabajó en lo del señor Difeo, frente a la estación, en los años ’20. Mi mamá (María Sánchez), que también era peluquera, tenía el negocio acá (Alberdi, entre Perdiguero y Lisandro de la Torre), después, mi papá se instaló en el local de al lado.
  • Aprendí el oficio con ellos. T trabajábamos mucho. Se me hacían las doce de la noche trabajando. Era difícil que una mujer no viniera una vez a la semana a arreglarse el pelo. Se cortaba, se teñía, se hacia la permanente, la croquignole… el corte valía 50 centavos y cuando iba a domicilio, 60. También, peiné a muchas novias.
  • Esta fue la casa de mi infancia. Mi abuela y mi papá compraron acá porque se decía que enfrente se iba a hacer una plaza, pero nunca se hizo. Todo era baldío; de aquí se iba a la estación en diagonal. Desde Villarino (actual Lisandro de la Torre) hasta Santos Lugares había una quinta. En Villarino y Alberdi estaba el almacén de Marqués y, más acá, la carnicería de Debandi. El lechero era Soto… vecinos había pocos: los Sanchís, Peralta, Acebrás, Fernández, Bancheiro, Ravagnani, Chiavasco, Belfiore.  
  • Tota me dicen desde siempre, creo que porque antes me decían Potota.
  • Fui a la escuela que hoy es la 45 cuando estaba en Rivadavia (actual Valentín Gómez y Sarmiento); las habitaciones daban por Rivadavia y se entraba por la esquina donde había un portón de hierro. Tenía una galería donde se hacían los recreos. Después fui a la escuela 33 (Lisandro Medina, entre Sabattini y De Tata) cuando la directora era la señora de Blanco y el portero, don Antonio Paletta.
  • Las veredas eran de barro, muy pocas tenían ladrillos. Yo iba al colegio con mis zapatillas Champion y me agarraba de los alambrados para no caerme.
  • El 6 de setiembre del ´30 cayó lunes. Lo recuerdo porque, los domingos, mi abuelo me daba cinco centavos. Fui al almacén de los Cavassa (av. San Martín y Valentín Gómez) y compré un paquete así de caramelitos de colores que tenía algo pegado como si fuera una azuquita… me acuerdo que llegué a la escuela y , mientras estaba convidando, nos mandaron de vuelta a casa por la revolución de Uriburu.
  • Para entrar al almacén de los Cavassa había que subir dos escalones… tenía el piso de madera y en unos frascos muy grandes estaban esos caramelitos. También iba a comprar cerveza de chancho que se les daba, creo, a las mujeres que habían tenido familia…hay cosas que me parecen mentira y yo digo ¡como pasó el tiempo!.
  • Con mi esposo (Julio Rufino) nos pusimos de novios en el ’35 y nos casamos en el ’40, en La Merced. La primera vez que lo vi fue en la verdulería pero él dice que me conocía de ir a la peluquería de mi papá. Hace más de 60 años que nos conocemos con mi esposo y además de matrimonio, somos confidentes y amigos.
  • ¿Si en la peluquería se conversaba mucho? Uuuuuuuh… aunque yo siempre fui discreta. Aunque me gusta ser amable con Ia gente, nunca le di bolilla a las críticas… cada una que hable de lo que quiere. Una tarde vinieron dos personas a comentar sus problemas y cuando se fueron tenía un dolor acá (se toca la nuca) que me tuve que ir al médico.
  • Siempre busco la tranquilidad…lo único que a veces me pongo nerviosa porque quiero hacer más de lo que puedo y una tiene sus años encima. Como ser ahora vengo acá, a la peluquería, y no hay ni por asomo el trabajo de antes, pero para mí es la paz, la tranquilidad, es una terapia. Yo a la peluquería la quiero… mi esposo me dice que me van a velar acá.
  • Soy de comer muy bien, lo que sí, mastico bien todo; soy golosa pero moderada; me gustan los dulces y me gusta hacerlos. También me gusta tejer, coser, bordar, cocinar, andar con las plantas…soy un poco chapada a la antigua.
  • Gracias a Dios, tuve y tengo una vida feliz. Eso creo que es por tomar las cosas con calma.

La querida Tota falleció el martes 10 de agosto de 1999, a sus 80 años.

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