En Caseros, el doctor Jorge Wolf fue uno de los obstetras más conocidos. Cientos de niños y niñas que hoy retozan por estas calles fueron “recibidos” por este profesional.
Su actuación médica estaba respaldada por conocimientos que aportaba el nuevo enfoque de la medicina moderna. Enfoque que puede definirse en cierta forma, como el retorno a lo natural sin perder los adelantos y progresos de la civilización.
Fue años atrás que le hicimos el siguiente reportaje:
– Usted atendía a las parturientas con el método tradicional… ¿A partir de qué hecho decidió volcarse al método que utiliza en la actualidad?… me refiero al uso del sillón para parto, a la media luz, a la música…
– A partir de la llegada, en 1976 , de Frederick Leboyer. Este médico francés trajo consigo una especialidad que denominó: “Por un nacimiento sin violencia”, que se ocupaba fundamentalmente por la no agresión hacia el bebé durante el parto. A un grupo de médicos nos generó ciertas inquietudes. Nos replanteamos muchas cosas e incorporamos, además, a las mamás dentro de esa filosofía que pasó a llamarse “Parto Humanizado”.
– Explíquenos sobre el sillón para partos.
– El sillón no es una novedad, no es un invento contemporáneo. En realidad, la posición natural de la mujer para parir es sentada. En Europa existen grabados del 1700 donde se observan a las mujeres pariendo sentadas en una especie de inodoro con una abertura adelante. La mujer se acuesta cuando empieza a intervenir el hombre, el médico, en el parto. Antes, cuando lo hacía la comadrona o se autoatendía, la mujer paría sentada. Cuando empieza a ejercer el hombre en los partos, lo hace atendiendo a las reinas, y era medio prohibitivo que un médico le mirase la cola a la reina. Entonces, le ponían una cortina delante para taparle la vista. Es por eso que forzosamente la tenía que acostar y así comienza el parto acostado, el parto médico, el parto dirigido. Pero la posición de pujar, de hacer fuerza en el parto, es muy similar a la de ir de cuerpo. Por lo tanto nuestras mujeres están preparadas, culturalmente para parir sentadas. En cambio, las bolivianas, por ejemplo, paren en cuclillas porque viven en cuclillas.
– ¿Qué diferencia nota la mujer entre el parto tradicional y el parto en sillón?.
– La paciente se siente mucho más libre al no atársele las piernas. Incluso ella misma se revaloriza al estar en una posición física más alta que la del médico. Siente una mayor sensación de liderazgo en su parto y una sensación mayor de libertad.
– ¿En qué otros aspectos se destaca el Parto Humanizado?.
– Por sobre todo, se destaca por no hacer nada por rutina. El parto médico en cambio, se caracteriza por hacer todo por rutina; por ejemplo, se hace la peridural para que supuestamente no duela, se hace el goteo para apurar el nacimiento. Es decir, es el parto dirigido, sin respetar los tiempos de la naturaleza. Ahora, sin pasarnos para el otro lado, nosotros creemos que el médico está exclusivamente para control, respetando un hecho biológico que sucede desde hace miles de años, aun antes de que existiera el primer médico en la tierra. Nuestra función consiste en controlar que ese proceso biológico-natural se mantenga dentro de los carriles considerados normales para nosotros. Y si se escapa de esa normalidad, ¡ahí, sí!, actuamos con los medios y conocimientos a nuestro alcance. Porque de lo contrario, eso sería, también, ejercer violencia sobre la paciente. Pero siempre hay que respetarle su tiempo a la paciente, su tiempo natural.
– ¿Por qué es necesario que la sala de partos se mantenga a media luz?.
-Porque contribuye a que los movimientos sean más lentos, a que se baje el nivel de excitación. Además, la poca luz es una “no agresión” hacia el bebé. También, para lograr un buen clima, conviene poner música. Yo, particularmente, empecé con una paciente que regrababa varias veces un trocito de “La niña y el mar”, de Vangelis. Con esta grabación se obtiene una grata sensación de placidez, de serenidad. Es la llamada música blanca.
– ¿Cómo se maneja usted, emocionalmente, en el momento del parto?.
– Suelo alzar la voz, para poder establecer un canal de comunicación con las mamás. Porque en ese memento se bloquean y están muy metidas en su cuerpo. Ellas tienen la posibilidad de ver cuando sale el bebé, pero es tanto lo que sienten, que cierran los ojos y se meten en sí mismas. Es en ese instante que necesito un canal de comunicación y elegir las palabras adecuadas. Por ejemplo, decirles con énfasis: “Mamá, hacé nacer tu bebé, ahora” hace que muchas veces la mujer se decida a pujar. Hace un tiempo, un papá tomó a su esposa de las muñecas y simplemente le decía: “Fuerza, fuerza, fuerza…”. Era gracioso. Pero me pareció genial porque estableció con su mujer una comunicación muy grande.
– ¿Cómo es la relación del papá con el bebé?.
– En estas condiciones de no agresividad, la relación bebé-padre es casi como con la madre. Se nota especialmente cuando el pediatra alza al recién nacido: éste llora. Cuando lo levanta el padre, tiende a calmarse. Se establecen corrientes de afecto.
– ¿Cómo actúa el Parto Humanizado con respecto al bebé?.
– Uno de los aspectos es que el recién nacido es colocado inmediatamente sobre la panza de la mamá. Porque el bebé nace estéril y la primera piel que lo toque es la que lo va a colonizar, la que le va a transmitir los primeros gérmenes… y para estos gérmenes es que la madre tiene la defensa del calostro. En algunos lugares primero lo tocan el pediatra o la nurse que no tienen nada que ver con el bebé… incluso, se lo entregan a la madre hasta seis horas después. Otro aspecto importante es la no ligadura inmediata del cordón umbical, que es algo polémico…
– ¿Por qué?.
– Clásicamente, algunos médicos sostienen que hay que cortar el cordón no más allá de los veinte segundos de recién nacido el bebé. Leboyer, con excelente criterio, dice que al cortarle el cordón, el bebé tiene una sensación de asfixia y angustia espantosa, ya que se le corta el chorro de oxígeno sin que haya preparado sus pulmones para respirar. Y, entonces, o respira o se muere. Esa sensación de ahogo lo debe marcar para toda su vida.
– ¿Cuándo se lo debe cortar?.
– Cuando deje de latir. Y a veces pasan tres, cuatro o cinco minutos para que esto suceda. Entonces, cuando el bebé está recuperado, y respira por sus pulmones, se debe cortar el cordón. De esta forma se obtienen menor cantidad de reanimaciones, a los bebés no hay que darles oxígeno, no hace falta aspirarlos… todo por respetar los tiempos, en este caso, los tiempos del bebé.
– ¿No es necesario, entonces, el chirlo tradicional?.
– Para nada. Y es hermoso verle estirar los bracitos y dar el primer grito que no es de angustia sino de libertad, porque tiene todavía el oxígeno de la madre y él puede tomarse todo el tiempo que necesita para abrir sus pulmones… o ni siquiera gritar, sino jadear simplemente. Es un espectáculo poético.
– En algunas culturas, las mujeres paren sin dolor… ¿Es el parto un proceso forzosamente doloroso para nuestra mujeres?.
– Creo que hay un poco de todo. Nosotros estamos hablando de un parto que es un hecho biológico que se produce en la mujer dos o tres veces en su vida. Cuando, en realidad, Ia mujer está preparada biológicamente para tener un bebe todos los años. Yo me pregunto que pasaría si nosotros fuésemos de cuerpo dos o tres veces en la vida ¿Sería o no sería doloroso? La habitualidad hace que no lo sea. Habría que saber que pasa en el parto verdaderamente natural, donde la mujer queda embarazada a partir de los trece años, empieza a tener un hijo por año. Y es una paridora, porque si no lo es, se muere. Esa mujer no va a tener dolor por la habitualidad. Entonces, cómo vamos a pretender que desaparezca algo en lo que estamos interviniendo para que no sea natural.
– ¿Por qué se realizan, ahora, más cesáreas que antes?.
Son varios los motivos. Por un lado, por indicación médica el médico que no sabe esperar, que no está preparado para respetar los tiempos naturales de la mujer, suele caer con cierta facilidad en la cesárea. Por otro lado, muchas veces, ya sea por snobismo o vaya a saber por qué, lo piden las mismas pacientes. Otro motivo, y es el más justificable, es que se trata de hacer nacer a bebés que de otra forma morirían. Pero, además, se desprende otro fenómeno en el que vale Ia pena reflexionar: nosotros, los obstetras, al hacer las cesáreas, estamos haciendo una evolución inversa de Ia especie.
–Amplíe el concepto, por favor…
– Estoy hablando desde el punto estrictamente biológico, no del humano. Estamos atentando contra la evolución favorable de la especie al no hacer subsistir a los más aptos… porque, biológicamente, Ia mujer de pelvis estrecha con un hijo grande tiene que morir. Ella y el hijo. Porque es mala reproductora. Eso es lo que sucede en la naturaleza. Entonces, quedan las de pelvis anchas que a su vez, es lo más probable, tendrán hijas de pelvis ancha que serán buenas paridoras. Es un mejoramiento de la especie. Cuando se hace una cesárea y se salva de la muerte a la mujer de pelvis estrecha y tiene una nena, es probable que esta repita la pelvis de la mamá. Y si esa mama tiene, por ejemplo, tres nenas, el problema se multiplica. Se desmejora Ia especie, y por ese camino aumenta el índice de cesáreas.
–El bebé que nace mediante una cesárea… ¿Es tan maduro y fuerte como el que lo hace por parto natural?.
– La estadística biológica-pediátrica indica que hay un índice mayor de enfermedad en los chicos que nacen por cesáreas. Pareciera ser que la expresión de ese pasaje, de ese esfuerzo por nacer que realizan los niños que nacen por parto natural los prepara mejor. Es, en cierta forma, el precio que pagan por vivir. Sin embargo, donde hay diferencias notables es con los chicos que han nacido con o sin violencia. Incluso, esto se determina con datos aportados por mamás que han sido atendidas de las dos maneras y notan la diferencia en el desarrollo de sus hijos. Los bebés atendidos sin agresión, a los que se les respeta sus tiempos naturales, generalmente no hacen el bajón inicial de peso, tienen adelantos neurológicos, se paran y caminan antes, son pibes más tranquilos y con mucha polenta.
El doctor Jorge Wolf falleció en junio de 2014.