Fue en la década del ’50 cuando ocho bellas y gráciles muchachitas – gracias a su destreza para instalar la pelota en el aro contrario – conmocionaron a nuestro barrio… y alrededores.

Se trataba del dream team del club 9 de Julio que el 25 de noviembre de 1955 vapuleó al representativo de Chacarita Juniors y obtuvo el ascenso a la división superior del básquet argentino.

Fue la primera y única vez que un equipo de Caseros alcanzó semejante logro.

¿Quiénes fueron las estrellas? Anote: Martha Fonsich, María del Carmen Cuqui Figueroa, María Pisano, Norma Mita Ferrari, Amelia González, Esther Landolfi, María Inés Negrita Tomasini e Isabel López.

El director técnico fue Roberto Garberi y Olinda S. de Mouras, ofició de delegada.

Entrenaban martes y viernes, en la entidad de la calle David Magdalena, casi Mitre, convocando multitudes que, convengamos, admiraban tanto el talento deportivo como el paisaje de los pantaloncitos cortos.

Un recorte periodístico de la época describió: “Podríamos decir que los damas que forman el conjunto parece que hubieran sido elegidas de ex profeso, pues no es nada fácil lograr que, en un grupo integrado por ocho personas, se aúnen todos los caracteres y, por sobre todas las cosas, el alto espíritu de compañerismo del que hacen gala, el factor quizá más importante para haber podido cumplir campaña tan exitosa”.

LA BASE ESTÁ

Algunas chicas de aquel conjunto que en su primera etapa contaba también con las presencias de Delia Toffalori y Dora Mancinelli, provenían de la Sociedad José Verdi, desaparecida institución que funcionaba en Patria y Labor.

A esa base, se le agregaron las chicas del club 9 de Julio. Enfundadas en blusas rayadas celestes y blancas y pantaloncitos azules con vivos, en 1953, en la categoría Novicias, las chicas metían miedo: ganaron el torneo de punta a punta tras veinte partidos invictas, con 796 tantos a favor y 271 en contra.

El equipo sensación era seguido a todas partes, se fletaban micros y camiones, por aficionados que sacudían las tribunas al grito de “Nue-ve, Nue-ve…”

Era un equipo de mucha garra, recordó Cuqui Figueroa, integrante de aquella escuadra “… podía ir perdiendo pero en los últimos cinco minutos daba vuelta el partido”.

Las muchachitas también eran requeridas para lucirse en exhibiciones basquetbolísticas.

‘Nos convocaron para jugar contra el equipo de la UES, en River, cuando se inauguraron los tableros transparentes… ese partido lo presenció el presidente Perón y, por supuesto, lo ganamos’, relató Cuqui, como si describiera una obviedad.

También jugaron en el Luna Park en un partido preliminar a la presentación del seleccionado de basquetbol masculino que todavía tenía frescos los laureles del campeonato mundial logrado en 1950.

‘Ese día estábamos tan nerviosas que el doctor Appollonio, que era hincha nuestro, nos recetó una pastilla para tranquilizarnos’, señaló la Negrita Tomasini, legendaria capitana de aquel legendario equipo.

No extrañó entonces que las maravillas caserinas lograran el ascenso a primera, en 1955. Los rivales pasaron a ser Boca, Racing, Independiente… las chicas de Caseros jugaron dos temporadas en la división mayor.

De a poco, el equipo se fue desarmando por cuestiones de casamientos – la única casada era la Negrita Tomasini – noviazgos, quehaceres laborales y estudiantiles y afines.

Durante un tiempo, las muchachas del 9 de Julio solían reunirse para contarse cosas de la vida. Y, seguramente, evocar aquellas tardes en que, melena al viento, se elevaban hasta el cielo para meter un tanto a favor de la alegría.