Durante muchos años vivió en la calle Fischetti, entre Perdiguero y Rauch. Fue alumno de la legendaria escuela 33. Con el tiempo, se convirtió en profesional médico y, a lo largo de tres décadas, atendió en un sencillo consultorio de la calle Valentín Gómez, casi esq. 3 de Febrero. Fue, además, profesor de Parapsicología y profundo investigador de los fenómenos paranormales. También, coautor de “Ejercicios mentales para ser y sentirse mejor”, “Cómo crear sus propios ejercicios mentales” , “Y… son los nervios”, libros publicados por ed. Kier.
En diciembre de 1989, en ocasión de lanzarse su primer libro (“Ejercicios…”), mantuvimos la siguiente entrevista:
– En la actualidad, hay mucha literatura que trata el tema de la superación personal… ¿Cuál es la diferencia entre esos libros y el que escribieron ustedes?.
– Nosotros comenzamos a trabajar con éstos, y muchos otros temas, gracias a la amplia experiencia que tenemos en hipnosis, desde antes que aparezca y se difunda en nuestro medio el control mental. Cuando conocimos este método, es evidente que enriqueció nuestro trabajo médico y escolar ya que tratamos de exponer los temas tomando las mejores ideas de diversas fuentes con raíz en la autohipnosis y en la medicina sicosomática y a las cuales hemos visto funcionar en la práctica. Muchos libros tienen una clara tendencia derivada del control mental; otros, en cambio, tienen fuertes tendencias hacia la sicología tradicional. Entonces, nosotros, con estilo personal, quisimos escribir algo que, en primer lugar, sirviera para los pacientes y, además, si servía para otros, mejor todavía.
IMAGINACIÓN vs VOLUNTAD = GANA IMAGINACIÓN
– Se observa en su lectura que anteponen el desarrollo de la imaginación al de la fuerza de voluntad…
– Hay una serie de “leyes” que hablan sobre ambas facultades; y cuando se contraponen gana siempre la imaginación. Doy un ejemplo concreto: un obeso, con gran fuerza de voluntad, no come para cumplir con su régimen; sin embargo, paralelamente, en su imaginación desarrolla cuadros mentales de comida. Esto lo lleva, involuntariamente, a estimular su apetito y hará que, tarde o temprano se decida a abandonar el régimen. Esto es una muestra de que cuando juegan los dos elementos, gana la imaginación. Por eso, uno de los problemas del obeso es que mientras en su imaginación mantenga la idea de comer excesivamente, la fuerza de voluntad queda reducida.
– ¿De qué forma, este obeso tendría que desarrollar su imaginación para que trabaje a su favor?
– Supongamos que una de las causales de su obesidad reside en que come velozmente porque tiene una especie de “orden” interna que lo induce a comer así… Olvidemos por un momento, como se formó esa orden. Bien ¿Cómo debe actuar la imaginación para frenar ese hábito? La persona debe “verse” a sí misma – en sus ejercicios mentales – comiendo lentamente, masticando despaciosamente cada bocado; y esto debe “vivirlo”, “sentirlo” con intensidad en su mente.
– ¿Antes de realizar cada ejercicio hay que relajarse?
– Sí, la idea es hacer intervenir una serie de reflejos que ya tenemos establecidos y que cuando uno está relajado focalizan mejor la atención sobre un objetivo.
– ¿Es difícil “verse” o “imaginarse” a uno mismo?
– Sí, hay personas a las que les cuesta “imaginarse”. No tenemos demasiados elementos educativos que alienten el desarrollo de la imaginación. Al contrario… en las escuelas los chicos tienen asignaturas como Dibujo donde se los estimula a copiar en vez de crear. Les ponen un florero para que lo copien. Y… ¿Para qué sirve el dibujo si no es para desarrollar la imaginación? Personalmente, los estimularía para que realicen dibujos cómicos ya que no sólo los levantarían anímicamente sino que les desarrollaría su inteligencia y creatividad. Fue por eso que hemos dedicado gran parte del libro a mostrar una serie de ejercicios con el fin de ayudar a desarrollar la imaginación.
HEMOS PERDIDO LA CAPACIDAD DE “CREAR”
– ¿La gente poseía, antes, mayor capacidad imaginativa?
– Entiendo que sí porque el medio ambiente no estaba tan tecnificado como en la actualidad . Antes, las cosas había que hacerlas; ahora, se compran hechas. Nuestra civilización se ha hecho tan “concreta” que muchas personas han perdido la capacidad de crear. Además, está el problema de la televisión que da todo “servido”, “digerido”… y es uno de los problemas mis grandes que tiene cualquier sociedad que quiera desarrollarse. Con la televisión, un chico aprende malos hábitos, violencia, a drogarse…
“LA GENTE SE OLVIDÓ DE REÍR, DE DAR LAS GRACIAS”
– Desde el libro, ustedes proponen, más que un cambio de la sociedad en su conjunto, un cambio individual…
– No podemos seguir esperando que los cambios vengan “desde arriba” Esto es una urgencia. La gente se enferma porque no sabe utilizar sus pensamientos. Vivimos la era del “stress”. Una de cada cinco o seis personas es depresiva atendida por psiquiatras; se venden toneladas de sicofármacos, los chicos cada vez se drogan más… Todo está dentro de un contexto social que lleva a la degradación moral… La gente se olvidó de reír, de dar las gracias…vivimos atropellándonos, empujándonos ¿Se puede desarrollar una sociedad así?… Entonces, busquemos salvarnos; hagamos lo que podamos cada uno de nosotros y tratemos de tender una mano hacia los demás. No podemos esperar a que el cambio lo inicien otros. Y éste fue, también, uno de los motivos para la publicación del libro. Cada uno puede tomar de él lo que necesite porque son bases, son pilares, para seguir adelante.
– Anteriormente, usted habló de una especie de orden interna que tiene una persona para comportarse de tal o cual manera…
– Hay pacientes que tienen una “orden”, por ejemplo, genética para ser como son… Sus células llevan una orden implícita que lo determinan. Y por lo que estamos viendo, las órdenes genéticas actúan a nivel molecular, especialmente en la producción de sustancias químicas que son las generadoras de las ideas del individuo.
– ¿Cómo se lucha contra las órdenes genéticas?.
– Por ahora no hay forma. Quizás, tarde quince o veinte años en solucionarse el problema a través de la ingeniería genética. Pero en esto, también el desarrollo de la imaginación puede ayudar mucho.
– ¿De qué forma?.
– Todo cerebro produce sustancias químicas a través de sus pensamientos; si tiene pensamientos “dirigidos” las sustancias químicas “nuevas” que produce podrían llegar a neutralizar las sustancias ya existentes. El problema del paciente sigue siendo incurable, pero puede llevar una vida razonablemente normal. Y sobre esto, hay muchísimos ejemplos. Quizás, el más demostrativo sea el de las fobias que son de origen genético y donde los pacientes, a través de los ejercicios imaginativos, pueden llevar una vida más normal.
“VIVÍ UNA SERIE DE FENÓMENOS INCLASIFICABLES”
– Ustedes hablan en el libro sobre una “Inteligencia Organizativa”…
– Exacto. Partimos de la base de que el universo es una gran “inteligencia”… no es un desorden de pedruscos. Consideramos que todo se intercomunica, hasta los organismos unicelulares. Hay intercomunicación entre plantas, entre animales… hay muchísimas investigaciones que lo demuestran. Por ejemplo: si en una habitación hay una planta de lechuga conectada a un polígrafo y se larga a un conejo, en los gráficos se observa que la lechuga “protesta” Esto demuestra que hay comunicación entre todas las formas vivientes… y en la cual también participan los objetos. Sobre esto hay mucho para hablar pero ya entraríamos dentro del terreno de la parapsicología; hay experiencias que son maravillosas. Tuve la oportunidad de conocer a Uri Geller que hizo cosas fantásticas. Incluso, presencié pruebas que realizaron algunos niños y demuestran el comportamiento paranormal de los objetos. Durante las audiciones televisivas, en las que se presentó, los canales se llenaron de llamados de chicos que “arreglaron” relojes o hicieron otras experiencias siguiendo sus indicaciones… Sucede que estos son fenómenos que hay que conocer, estudiar e investigar mucho. A mí me sorprendieron prácticamente de adolescente. Personalmente viví una serie de fenómenos que no entraban en ninguna clasificación. Es decir, no entraba para sicólogos, ni para siquiatras, ni para clínicos… Por ejemplo, cambiaba, mentalmente, la hora en el despertador de mi viejo. Era algo que me “salía” espontáneamente, sin buscarlo. Mi viejo me fajaba porque creía que lo hacía a propósito… En mi habitación había, además, ruidos de las más variadas especies… lo escuchaban hasta mis padres; había noches en que no se podía dormir. Son fenómenos que hoy se conocen perfectamente , pero 35 años atrás nos llenaban de espanto. Entonces, cuando tropecé con literatura y vi que lo que a mí me pasaba tenía explicación, me zambullí en el tema.
– ¿Cualquier persona puede realizar algún fenómeno como arreglar relojes o doblar tenedores como hacía Uri Geller?.
– Desde el punto de vista teórico, todos tenemos el mismo potencial. Por supuesto, hay que desarrollarlo. También, existen personas que poseen pautas de tipo genético y demuestran una natural predisposición para realizar esos fenómenos.
FUERZAS PARA HACER EL MAL
– ¿De la lectura del libro se desprende que, mediante pensamientos dirigidos, una persona no sólo puede aliviar sus dolencias sino que, además, puede aliviar las dolencias ajenas. Si denomináramos a esto como fuerzas para hacer el bien… ¿Existen también fuerzas para hacer el mal?.
– Todo tiene su opuesto. Esto lo sostiene una filosofía milenaria que tiene una actualización increíble. Si se habla de materia, ya se descubrió la antimateria; se habla de gravedad y ya se está buscando la antigravedad… Hay un mecanismo paranormal del cual se habla poco porque causa temor: se llama sugestión telepática. Es decir, se puede transmitir ideas a una persona – sobre esto hay infinidad de experiencias – y esa persona empieza a sentir esas ideas como algo propio. Esto, sintéticamente, es así. Pero no sólo pueden producirse efectos a nivel mental sino, también, a nivel de órganos. Esto está demostrado con polígrafos.
“EL ENVIDIOSO NO PROGRESA”
– Siguiendo ese razonamiento se manifiesta que podemos enfermarnos por intenciones ajenas…
– Hagamos una salvedad: si quisiera enfermar a alguien es evidente que tengo que generar un cumulo de ideas negativas que van a repercutir primero en mí mismo y después, puede o no, enfermar a los demás… Voy a dar un ejemplo: una de las consecuencias de la envidia, es que el envidioso no progresa. Lo podemos explicar desde el punto de vista filosófico, pero desde el punto de vista sicológico esa persona tiene un gran caudal de ideas negativas que lo paralizan y retrasan. Por eso, una virtud de la persona superior es desear el bienestar de los demás. Porque esos deseos también están generando ideas de bienestar que actúan dentro de sí mismo. Y este “mecanismo” también funciona para la salud.
PARA QUE HAYA UN “EMISOR” SE NECESITA UN “RECEPTOR”
– De acuerdo, pero… ¿Qué defensas se tienen contra los que, a pesar de todo, nos dirigen pensamientos negativos?
– No obstante de que se trate de un tema muy vasto, vamos a suponer un ejemplo pésimo pero que servirá para que quede claro: usted es un receptor y yo un emisor… las cosas no son tan así pero vamos a suponerlas: si yo “transmito”, para que usted me reciba debe estar “sintonizado”. Si yo soy una “emisora” que “manda” malos consejos, malas cosas, etcétera, y usted la tiene sintonizada es evidente que los va a recibir. Pero si usted cambia y sintoniza la emisora positiva es evidente que por más que me desgañite es poco el efecto que voy a lograr. De ahí, la importancia de formar en la conciencia colectiva de la gente, el ser optimistas y el tener buenas ideas. Acá hay un sustrato experimental, con la parasicología, que demuestra todo esto; incluso, con pruebas de laboratorio que avalan la teoría. No son meras hipótesis.
El doctor Matías Salvador Calleja falleció el martes 20 de mayo de 2003, a sus 61 años.
Sobre él, una paciente escribió: “Fue médico en toda la dimensión de la palabra. Ejerció su profesión con auténtica vocación de servicio. A sus amplios conocimientos científicos, unía su humanidad y un particular sentido del humor. Sensible ante el dolor ajeno, fue un verdadero médico de alma. Atento escucha, disponía del tiempo necesario, y más aún, para responder a las necesidades de sus pacientes. Siempre la palabra justa y responsable. Siempre el gesto afectuosos que confortaba e impartía ánimo. Siempre el comentario humorístico. Aprendimos “a entender la vida” a través de su sensibilidad y de los conocimientos que poseía y solía compartir con gran generosidad. Por todo lo que nos dio será imposible olvidarlo. Lo recordaremos siempre con profunda gratitud y con una sonrisa, como a él le hubiera gustado”.