Había nacido en 1925 y durante décadas, vivió en la calle Urquiza, entre David Magdalena y av. San Martín. Un hermoso chalet (hoy, playa de estacionamiento),  aledaño a la escuela 45.

Cuando se recibió de abogado, el comedor de su casa se transformó en el primer estudio jurídico del pueblo atendido por un profesional caserino.

En sus años mozos, supo milonguear en el Club República donde conoció a Nélida Esther Boccar. Se casaron, para toda la vida, en la iglesia Nstra. Sra. de La Merced. El matrimonio tuvo tres hijos: Ariel Darío, Araceli María Irene y Amílcar Alfredo.

Fue presidente de Febancoop, del Banco Cooperativo Mundial y del Consejo de Vigilancia del Banco Federal. También fue fundador del legendario grupo Alfa (Ateneo Literario Filosófico Alberdi), del Movimiento Cooperativo Comunal y director de los periódicos Cabildo Abierto y Nuevo Cabildo.

Fue presidente del Banco Cooperativo de Caseros, desde 1968 hasta el cierre de la entidad, en 1996.

Fue a principios de los años `90 cuando tuvimos la oportunidad de entrevistar al doctor Alfredo Alberto Ferro. En aquella oportunidad, entre otros comentarios, nos contó lo siguiente:

• Según la tradición familiar, mis bisabuelos llegaron de Italia en 1848. Eran chacareros y sus tierras llegaron a ocupar lo que hoy es el centro de Caseros. Más adelante, mi abuelo Antonio vendió parte de esas tierras y compró cédulas hipotecarias del Banco Nacional que quebró en la crisis de 1890.

• Yo nací en un chalet de la calle Urquiza que construyó mi padre y donde todavía subsiste el viejo molino. En aquellos tiempos, todas las calles eran de tierra, con veredas desparejas… de repente, una vereda de mosaicos y la siguiente, de ladrillos… y muchos, muchos cercos de madreselvas.

• Recuerdo los corsos donde nos disfrazábamos todos ¡¿Quién no se iba a disfrazar?! Jugábamos a la biyarda, al hoyo pelota, a la bolita…. hace poco, me encontré con un amigo de entonces – Carlos Pavessi – y recordábamos cuando una vez nos peleamos, a la salida del colegio, por unos “ojitos” que eran unas bolitas especiales.

• Al futbol jugábamos donde está hoy la cancha de Estudiantes. En esa barra estaban Jhonny Pizzarello, Juancito Sedze, Eduardo Lucero, Luis Elpidio Sanchís, Abel Stordeur

• Hice primero inferior y superior con la maestra Baldini, quien fue la primera maestra del pueblo. Yo estudiaba en su casa que estaba ubicada en la calle Belgrano, frente al “Evangélico”. Los demás grados los cursé en la escuela 45 y en la desaparecida escuela 8, cuando estaba en Belgrano y 3 de Febrero.

• Recuerdo a la maestra Baldini como una viejecita muy cariñosa: naturalmente, con la seriedad habitual con que se manejaban los mayores en sus relaciones con los chicos. Creo que fue una adelantada para su época: ella nos hacía trabajar en equipo, método que recién se empezó a utilizar muchos años después.

ATENEO LITERARIO – FILOSÓFICO ALBERDI (ALFA)

• Ese Ateneo nació por la inquietud de un ferroviario – Mario Inserti – quien hizo mucho por el pueblo. Los fundadores fuimos Luis Sanchís, Abel Stordeur, Víctor Salvador y yo; pero como éramos muy pibes – yo tenía quince años – el primer presidente fue Ernesto García. Nos reuníamos en la biblioteca Alberdi.

• ¿Quiénes integraban, además, el Ateneo? Alejo Cardoso, Élida Fischetti, Pedro Camilo López Ferraro, los hermanos Vilela, Catalina Tangari, Ofelia Cervetto, los hermanos Torrea, Hugo Gagliotti, Amílcar Herrera… y muchos otros cuyos nombres ahora se me escapan. Llegamos a ser un grupo estable de alrededor de 50 estudiantes que teníamos entre 15 y 25 años.

• En el Ateneo, todos los sábados organizábamos un acto que consistía en una exposición, por alguno de nosotros, de determinado tema. A esa exposición, seguía un debate que, a veces, se hacía enardecido desde el punto de vista de las ideas. En algunas oportunidades, alguien ejecutaba el piano o la guitarra y armábamos, también, lo que llamábamos “La Revista”, cosa que después vimos en radio. Esto consistía en una exposición múltiple con secciones: alguien relataba la portada y definía las noticias más importantes del mes, otro estudiante hacía el editorial… todo oralmente desde el escenario de la biblioteca.

• El Ateneo tuvo mucho éxito, hubo sábados en que la Alberdi se llenaba completamente; había gente que se quedaba parada. En los debates estaban representados todos los sectores; desde los grupos que no se paraban cuando se tocaba el himno para señalar su postura de extrema izquierda, hasta los de extrema derecha. Muchos de los que concurrían, con el tiempo, descollaron en sus profesiones. Al Ateneo iba un muchacho – William Partridge, estudiante de entomología, que vivía en la calle Belgrano al 4700 con sus tías inglesas: nos enteramos de lo importante que llegó a ser el día que murió  ¿Por qué? Porque ese día el diario La Nación hizo una nota reseñando sus logros como entomólogo.

• Creo que al éxito del Ateneo contribuyó, también, el hecho de que, para aquella época, en Caseros no había muchas variantes para un muchacho con inquietudes culturales. Ir al centro significaba un costo alto y eran pocos los que iban… Caseros estaba aislado; cuando alguien iba hasta San Martín, se despedía como si fuera quien sabe adónde. La vida se hacía en Caseros y el paseo obligado era la calle 3 de Febrero. Y en el Ateneo se podía tener una exposición muy plomo pero también una muy interesante… aquella fue una época que nos marcó, nos enseñó a discutir, a hablar en público. Fuimos un grupo muy grande que se mantuvo unido durante mucho tiempo sin los conflictos que son propios de la convivencia.

• A bailar fui fundamentalmente, al club República; también de vez en cuando iba a la Sarmiento, a Defensores de Santos Lugares, al 9 de Julio, a Villa Alianza, al Unión… pero como habitué, al República.

• También íbamos de picnic al rio Las Conchas, en Bella Vista, que, en aquel tiempo, era un hermoso rio donde uno se podía bañar tranquilamente o ir a pasear en bote.

• En 1955, dirigí el periódico Cabildo Abierto, donde Máximo Censori escribía “Los Brochazos del Viejo Caseros”. Después, junto a Juancito Sedze y Raúl Zuccarino, fundamos el periódico Nuevo Cabildo, en el año 57. Fue un intento de mucho trabajo, pluralista; pero definido para la defensa de la democracia, de la participación; era muy abierto… allí podían escribir un conservador como Rómulo Repetto o una persona de izquierda como el doctor Burotto. El padre de Raúl Zuccarino -don Antonio – también fue un hombre que colaboró muchísimo con nosotros.

MOVIMIENTO COOPERATIVO COMUNAL (MCC)

• El MCC se formó en 1960 y fue una creación que hicimos entre siete vecinos de Caseros: Néstor Torrea, Máximo Censori, Osvaldo Burotto, Juan E. Pizzarello, Enrique Solarz, Armando Herrera y yo. Hicimos un planteo de que la gente estaba cansada de la clase política tradicional, proscripciones y demás. Proponíamos, entonces que en el orden comunal, la gente eligiera a sus vecinos independientemente de la ideología que tuviera cada uno.

• Como primera prueba de buena voluntad los siete fundadores nos excluimos de ser candidatos y fuimos a buscarlos a las entidades intermedias. Un movimiento semejante fue el Frente Único de Ciudadela. En las elecciones de 1960, la suma de votos de las dos agrupaciones vecinales fue mayor que la de cualquiera de los otros partidos, incluso del radicalismo.

• Fue un acontecimiento que se mencionó a nivel nacional. Luego, los dos movimientos vecinales se unieron y constituyeron un bloque muy fuerte en el primer Concejo Deliberante de Tres de Febrero. Esa fue una linda experiencia de contacto con la gente, hablábamos en las esquinas, en las plazas; entrábamos donde nadie podía entrar… incluso, al Barrio Evita que estaba vedado para los políticos.

• Sin embargo, ese movimiento no se proyectó en el futuro. Cometimos un par de errores, propios de la inexperiencia. Por un lado, nosotros postulábamos que nuestros concejales debían ser no rentados. Y eso lo cumplieron todos nuestros concejales… salvo uno, y nos dio tanta bronca que lo expulsamos del MCC.

• Pero esa gratuidad era imposible. Uno de los concejales, por dar un ejemplo, era Domingo Martos, un poeta de Santos Lugares; y él, en esos años, era obrero textil. ¡¿Cómo hacía entonces, para mantener a su familia y cumplir seriamente con su cargo?! De esa forma que proponíamos, sólo hubieran podido dedicarse a la política los rentistas y los jubilados.

• Por otro lado, y esto creo que fue más grave todavía, proponíamos diferenciar la política comunal de la política nacional. Decíamos que en vez de pensar en lo que se hacía con, por ejemplo, el petróleo, debíamos interesarnos sólo en la recolección de residuos, la iluminación, las obras públicas locales… esa visión municipalista fue, para mí, un error.

• Hoy, creo que es muy importante saber lo que se hace con la deuda externa, el Banco Central, el gasto público… porque en la medida en que se solucionen esos problemas es probable que se solucionen los de la comuna. Por otro lado, los partidos nacionales – a pesar de sus problemas y sus lacras – son la única respuesta democrática. Y funcionan en la medida en que tengan afincamiento en el orden local, porque así confluyen todas las opiniones y le dan cohesión.

BANCO COOPERATIVO DE CASEROS

• Ingresé al Cooperativo en 1952. Me propuso entrar Raúl Vicente y quien apoyó mi ingreso fue Doralio Marisi. En ese tiempo el presidente era don Martín Fernandes Oliveira, quien hasta traía la tinta de su casa para favorecer a la institución.

• El Banco, en esos años, tenía una sola casa de una sola planta con doce empleados. Uno entraba y de un vistazo conocía todo el banco. Yo ingresé como abogado – adhonorem – y durante mucho tiempo fue mi obligación de una vez por semana.

• Accedí a la presidencia en 1968. Creo que soy el eslabón entre aquella generación que imaginó al Banco y los nuevos tiempos; conviví con sus fundadores.

• Esta institución nació en 1932 como un banco de vecinos para combatir la usura. Yo ingresé como hijo del vecindario y traté de mantener ese espíritu, adecuado a los tiempos.

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Recordamos que esta entrevista fue realizada a principios de los ’90 cuando nada hacía prever los acontecimientos que llevarían, en poco tiempo, al cierre definitivo del Cooperativo. Es probable que la traumática década – durante la cual fueron muchas las entidades cooperativas que cesaron su actividad – más la toma de algunas decisiones erróneas,  hayan provocado que la entidad de Urquiza y av. San Martín (que había crecido incluso, con la apertura de sucursales en el interior del país) concluyera su trayectoria.

SU DECESO

El doctor Ferro, en las últimas décadas, residía en Ciudad Jardín. Nos acabamos de enterar que falleció el 7 de marzo de 2022, a sus 97 años.