El doctor Della Rosa nació el 1 de diciembre de 1928, en Bolívar (Buenos Aires). A sus 32 años, se recibió de médico. Se casó con Rosa Luisa Lume; el matrimonio tuvo dos hijos: Pedro Daniel y Aldo Oscar. Se radicó en nuestro barrio en 1956, frente a la estación Tropezón. Desde allí, realizó una intensa labor social humana y comunitaria. Durante años, prestó servicios en forma gratuita en la Escuela N° 14 (Santos Lugares); en la villa de emergencia Tropezón, en el Centro Fray Luis Beltrán Oeste y en su propio consultorio. Además, fue profesor de Ciencias Biológicas en el Colegio Nacional de Santos Lugares.

A pesar de su muy delicada salud, se destacó por todo lo que se brindó en beneficio  de sus pacientes. Su vocación por la medicina y su voluntad de atender y servir a sus semejantes fueron enormes. Sin horarios, con jornadas prolongadas, sin prestar atención a sus propias dolencias, éstas se fueron agudizando hasta que desembocaron en lo irreparable.

El doctor José Aldo Della Rosa falleció el 29 de mayo de 1979, a sus apenas 51 años.

En su homenaje, en 1984, una calle de nuestro barrio – por entonces llamada Paja Brava – pasó a tener el nombre del abnegado profesional.

En los fundamentos que describe el motivo del cambio de nomenclatura se lee que el profesional  fue  “…médico benefactor del distrito de Tres de Febrero, merece por sus múltiples labores y desvelos en favor de la población en general y de los de escasos recursos en particular, un reconocimiento post-mortem que haga perdurar su nombre y su ejemplo a las generaciones futuras, para que su figura inspire a los jóvenes profesionales a emularlo en bien de todos los argentinos y para el engrandecimiento de la Nación”.

Se agrega que “el Dr. Della Rosa, a través de una silenciosa y humanitaria labor desarrollada durante más de 25 años, en especial, en beneficio de las humildes familias del Distrito, prestó sus servicios con un auténtico sentido social sin percibir honorario alguno y con la grandeza de espíritu que solamente poseen hombres asignados por la gracia Divina”.

Por sobre todo, se enfatiza que “su amor al prójimo, antepuesto a los intereses materiales y a su deficiente estado de salud, no menguó en ningún momento y frente a ninguna circunstancia, dado que no sólo se limitó al ejercicio particular de la medicina, sino que lo extendió a Sociedades de Fomento, Escuelas, Clubes y soslayó su vida privada en pos de la atención a cualquier persona y en cualquier lugar, aun así en los más inhóspitos e inhabitables del Partido, sin contemplar siquiera las inclemencias climáticas lo cual agravó su delicada salud conduciéndolo inevitablemente a entregar su vida por la humanidad…”.

NdeR: Datos rescatados del libro “Caseros: Reseña Histórica de sus calles” (José O. Cabrera)