“Una tarde, Oscar – el yerno de don Metetieri – me alentó para que instalase una cochería. Yo no sabía nada del tema pero abrí una sucursal de Metetieri (en esa época se llamaba ‘Cochería Menini´) hasta que decidí iniciar mi propia empresa”, nos confió en cierta oportunidad Ramón Roque Martín, creador de la empresa de pompas fúnebres “Cochería Martín” que hoy, 6 de mayo, cumple su 60º aniversario.
Por aquellos años sesenta, Ramón era uno de los tantos repartidores de leche a domicilio de Caseros y dividía su tiempo en ambas ocupaciones.
“A la mañana empezaba con el reparto de leche y mi mamá (Dolores Arias), que sabía, por la hora, en qué lugar yo estaba del recorrido, iba a avisarme cuando se me requería para un servicio fúnebre. Muchas veces, en mitad del reparto, corría a casa, me cambiaba y encabezaba un cortejo hasta el cementerio… la verdad, la verdad, contaba con la buena voluntad de los vecinos; algunas veces, les llevé la leche recién a la noche… pero me querían y lo toleraban”, recordó Martín quien siempre se enorgulleció de su pasado como lechero.
“El día en que me casé, estuvo presente toda la clientela de la leche. Después, el trabajo que hacía mi madre lo empezó a hacer mi esposa”, recordó antes de detallar: “Aunque parezca extraño, durante años compartí las dos actividades”.
Fue en marzo de 1969 cuando Ramón colgó definitivamente los tarros lecheros y se dedicó de lleno a su carrera empresarial. “Fueron tiempos duros, de muchos sacrificios, pero con ganas de tirar para adelante, de progresar… siempre dije que lo importante es ir poniéndose metas”.
“En 1970, don José Buffoni me ofreció en alquiler el local ubicado en 3 de Febrero y Mitre… en ese momento para mí, significaba una jugada de muchísimo riesgo ¡No sabía si iba a poder pagar el alquiler! Consulté a mi papá (Antonio Martín) y él me aconsejó que no lo hiciera; mi papá era muy buena persona pero muy conservador y siempre prefirió la seguridad de un sueldo a fin de mes. Al final, me convenció y fui a lo de don José a decirle que no lo iba a alquilar. Justo cuando le estaba explicando a Buffoni, entró mi mujer y – en un ataque de inspiración – me dice: ‘¡Alquilá, alquilá… si nos fundimos, nos fundimos juntos´. Yo me quedé como un pato mojado porque no sabía qué hacer… ahí mismo, empecé a explicarle a don José que sí se lo iba a alquilar. Por suerte – y por mi señora, a decir verdad – tomé la decisión justa porque ahí empecé a progresar a pesar de que debimos luchar mucho”.
“Estuve en esa esquina 22 años – sin contrato – de palabra, nomás. Don José fue un segundo padre para mí… incluso, una vez estuve siete meses sin pagarle el alquiler y jamás vino a golpearme la puerta”.
De a poco, con perseverancia y mucho esfuerzo, la empresa fue progresando y se radicó en la esquina de av. San Martín y Cafferata. A las salas velatorias las denominó ´José Buffoni´, en agradecimiento por lo relatado; ´Ángel Carlos Cartabia´, “un amigo lechero que vivía cerca de casa y me ayudó muchísimo en mis comienzos”; `Blas Massa´, “un excelente empleado que trabajó conmigo hasta que falleció”.
Más allá de su faceta empresarial, Ramón Martín estuvo seriamente comprometido con las entidades medias de Caseros: el Rotary Club Caseros Sur, el Centro Comercial de av. San Martín, club Villa Pineral y la Asociación Caseros Centenaria, entre otras muchas instituciones, subrayan su entrega solidaria.
Es probable que lo más destacable de esta permanente dedicación al barrio fuera el ejercicio de la presidencia del Jota Jota. Durante su gestión (1992 – 2006), el club celeste consolidó el anexo San Jorge y, entre otras obras, en la tarde del 13 de agosto de 1994, la entidad inauguró su propio estadio en el barrio El Libertador, tras casi dos décadas de peregrinar por canchas ajenas, tras haber padecido el desalojo de su recordado campo deportivo ubicado en Kelsey (actual Murias) y Alberdi. Fue sin duda, gracias al empuje de nuestro vecino que la institución concluyó su recorrido por céspedes foráneos. En agradecimiento, la CD del Jota Jota decidió por unanimidad que el flamante estadio se denomine “Ramón Roque Martín”.
La historia de Ramón, quien tiene 87 años, está muy ligada a nuestro barrio. De aquel pibe lechero que nació bajo un techo de chapas “en Chascomús (hoy, Esteban Merlo) y Caseros” hasta el sólido empresario en que se convirtió, transcurrió toda una vida. Es tan fanático de Caseros que jamás pensó en mudarse. También reconoce su condición de fana riverplatense. Su primer hijo tiene “como segundo nombre Amadeo por Labruna, por Carrizo”.
Casado con Nélida Rosa Caserta desde hace seis décadas; el matrimonio tiene tres hijos: Alberto, Jorge y Ramón. Dejó el manejo de la empresa, en manos de sus hijos Alberto y Jorge Martín, quienes cuentan con la muy estrecha colaboración de Gustavo Duranti, “mi sobrino, un muchacho fuera de serie”.