Atardecer otoñal del domingo 15 de junio de 1924. La oscuridad comienza a esfumar los contornos de los animales, las quintas, los baldíos, los barriales de Villa Pineral. Se van prendiendo los faroles a kerosén en las distanciadas casas de la villa.

¿ QUÉ SUCEDE EN LA CASA DE MÍSTER DOBSON ?

Una de esas luces melancólicas denuncia que algo está ocurriendo en el hogar de Juan Dobson, ubicado en la calle Tuyú (hoy, Garay), entre Sarmiento y Bahía Blanca (hoy, Fernandes D’Oliveira.

Catorce hombres están sentados alrededor de la mesa principal. Charlan, proyectan, discuten. Algunos fueron jugadores del equipo de futbol Defensores del Norte; otros, reconocidos vecinos de Caseros. Allí nomás, alrededor de esa mesa, concretan un sueño: dar vida a una institución que canalice las inquietudes sociales y deportivas de la gente del barrio.

A las once y media de la noche, los hombres se dan un fuerte apretón de manos: acaba de nacer el Club Social y Deportivo Villa Pineral.

Luego de ocupar durante unos días, la casa de míster Dobson (así llamaban a don Juan), el 9 de julio se inauguró, con un partido contra el club Juniors y una velada danzante, la primera sede de la flamante institución, que fue instalada en el coqueto chalet de Ernesto Bruzón, alquilado a razón de 60 pesos mensuales,  edificación ubicada en Sarmiento, casi Puan.

LAS ACTAS MINUCIOSAS

El Villa Pineral trazó su historia entre episodios venturosos y conflictivos. Se debe conceder, que al revisar las actas de una institución, podremos informarnos sobre los afanes administrativos pero, a la vez, debemos convenir que estas cuestiones suelen estar alejadas del espíritu y vitalidad que palpitan en una entidad. Sin embargo, esto no ocurre en las primeras actas del club Villa Pineral: los registros de las reuniones de la comisión directiva están escritos con deliciosa minuciosidad. Son renglones surcados por tinta y plumas que, suponemos, pertenecieron a la familia cucharita y cucharón.

La lectura de tales páginas informa que algunos secretarios de actas se llevaban bien con la ortografía pero otros estaban decididamente enemistados. Más allá de estos aspectos, describen algunas situaciones que son comunes en toda institución: los conflictos con el bufetero y el cobrador, con los socios morosos, con los miembros de comisión que no concurren a las reuniones, con los directivos que presentan sus renuncias cada vez que son contrariados, etcétera.

Las actas del club Villa Pineral avanzan sobre estas cuestiones y cuentan, además, los modales para saludar que utiliza un directivo; cómo se comportó tal socio durante una reunión (describiendo con precisión cuáles fueron sus actitudes reprochables); el lugar donde deben guardarse las perchas; quienes integrarán la comitiva que ira a pedirle perdón a la señora de Bruzón por haberle roto las tazas que la mujer había prestado para servir el chocolate; quién se encargará de prender el carbón en el próximo asado o si en vez de chocolate se servirá té para abaratar los costos en los festivales.

También se lee lo siguiente:

– Se le compra a Aniceto Perez ‘un billar y cinco mesas de cedro y sillas’, todo a 457 pesos.

– Se solicita permiso para ‘distribuir caramelos a los chicos, sean hijos o no de los socios’.

– Se le solicita al buffetero que sirva ‘aperitivos, licores re-constituyentes y estimulantes, refrescos y lunch frío’.

– Como se notan ‘irregularidades en el uso del baño’, se vota para ver si se ‘cobra el uso de la toalla y el jabón’, a razón de veinte centavos.

– Se nombra a la señorita Virginia Merlino como presidenta de la subcomisión de Fiestas.

– Se deja constancia que, para tocar durante cuatro horas, la orquesta de Fones cobra veintidós pesos y ‘tres botellas de cerveza’ para los músicos.

MUDANZAS Y MUDANZAS

En octubre de 1926, la sede se trasladó a la casa de Silvestre Stiballa, ubicada a pocos metros del chalet de Bruzón y, en agosto de 1927, se instaló en una propiedad perteneciente a don Crosnaw, en Sarmiento y Garay.

El club convocaba a los aficionados a los juegos de mesa que se entreveraban en extendidos partidos de mus, truco y dominó. Algunos vecinos recuerdan que sobre la tierra de la calle Sarmiento se organizaban animadas carrera de sortijas.

AHORA EN LA CALLE GARAY

En 1928, la institución dio un paso importante cuando se asentó en la calle Garay, entre 3 de Febrero y Sarmiento. La propiedad era de Arturo Guido y, más adelante, fue de Cholo Buffoni. En este espacio, se llevaron a cabo numerosas actividades que le dieron suma vitalidad at club. Uno de los orgullos de la institución fue la biblioteca que coordinaba, entre otros, Emilio Baccaro.

En el fondo de esta nueva sede, dos canchas nucleaban a los numerosos aficionados a las bochas, deporte donde se lucieron varios jugadores. En el salón principal, donde se levantaba un escenario, se organizaron concurridas reuniones bailables que rápidamente se hicieron muy conocidas en la zona. Las orquestas de Baroni, Falchi, Casaretto, Fonse, entre otras, tenían a su cargo la animación de las divertidas y familiares veladas danzantes.

En el terreno adyacente a la sede, se llevaron a cabo concurridos asados; este espacio también era utilizado para realizar festivales y kermeses que solían culminar con sonoras bombas de estruendo. En la parte delantera de la sede, se jugaba al billar, al sapo y las barajas.

A pesar de que no tenía una fuerte presencia en los múltiples torneos futboleros que se organizaban en el barrio, la institución era representada por un equipo que defendía con fervor la camiseta del club (de rayas celestes y blancas).

La cancha, alambrada, estaba ubicada entre las calles 3 de Febrero, Trenque Lauquen, Sarmiento y Angel Pini.

En los años ‘40, a la sede de la calle Garay le decían “La Cajita de Fósforos” por su fisonomía estrecha y larga que apenas si contenía a la cantidad de vecinos que exclamaban presente en cada convocatoria bailable.

El constante crecimiento de la entidad pedía a gritos instalaciones más amplias. Los directivos buscaron alguna propiedad en la zona que les permitiera afincarse. Fue así que le adquirieron a Ramón Quintás una casona en la calle 3 de Febrero, entre Cafferata y Rebizzo, donde la institución consolidó su legendaria trayectoria que, durante décadas, la ubicó entre las más convocantes de Caseros.

Trayectoria que hoy, sábado 15 de junio de 2024, cumple su primer siglo de vida… ¡¡¡Felicitaciones club Villa Pineral!!!