Hasta compusieron una milonga inspirado en su figura (ver al final). Lo conocimos de pañuelito al cuello, andar lerdo y algo ladeado. Lo veíamos, de tanto en tanto, arrimado a la estación.

Se llamaba Oscar Páez y nos contó en cierta oportunidad, que había nacido en el casi otoño de 1912.

Popularmente conocido como Tanguito,  nos aseguró que fue él, en los años ‘40, a bordo de un Chevrolet 38, el primer taxista que recorrió nuestras calles, teniendo como parada base la estación Caseros.

El apodo se lo endosó, asintió, en una noche de carnaval, un intendente de Pilar cuando lo vio ganar un concurso de tango.

Milonguero pertinaz, de funyi requintao y pucho perpetuo, su figura robusta lustró, en incontables noches, las pistas del Unión de Caseros, del América, del República, de El Zonda

Durante un tiempo fue “compañero de pieza” de Roberto Chanel, cantante de Pugliese, en “una pensión del centro”.

Como “tachero” de este pueblo, Páez recordó cuando llevaba a Antonio Carrizo desde el Bar Pampa hasta su “chalecito de la calle Hornos”.

PARTERO DE APURO

También guardaba un recuerdo especial por una mamá primeriza de Villa Pineral que alumbró una niña en el Chevrolet 38 “ayudada” por los movimientos entre asustados y torpes del marido y los suyos.

“De nombre le puso Celia – comentó Tanguitoa pedido mío porque así se llamaba mi finada esposa”.

“LOS CHORROS DE ANTES ERAN DISTINTOS”

Tampoco olvidaba los numerosos asaltos en los que fue protagonista no voluntario. “Eso sí – aclaró –  jamás me golpearon; me decían: ‘bueno, viejo, bajate… esta vez te tocó a vos’”.

“A los dos o tres días – continuó – el taxi aparecía y pocas veces le faltaba algo porque sabían que yo era un laburante… los chorros de antes eran distintos”.

A pesar de manejar durante cierto tiempo un micro del desaparecido expreso Pilar y de ser taxista durante 42 años, Oscar Páez jamás sufrió choque alguno.

Fanático de Agustín Magaldi y de Boca, consumado billarista, en su época de bailarín, su mejor pareja fue Celia Maggi, una piba de Bella Vista, con la que contrajo matrimonio.

Puesto ante la disyuntiva, Tanguito eligió el Caseros de antaño porque era más “auténtico… me gustaba más porque la gente era sincera y había más compañerismo”.

Cuando lo entrevistamos, estaba casado con María Esther, con quien convivía desde hacía ya más de cuatro décadas.

Ella fue al hueso: “Me hizo cada una, me decía que salía a trabajar con el taxi y se iba a bailar… Cuando escuchaba música, se metía en el primer club que encontraba y dejaba el auto parado”.

Ante nuestra intrigada requisitoria para saber cómo le aguantaba las calavereadas, con cierta sabiduría María Esther respondió: “Es tan bueno y tan generoso que ésas eran picardías sin importancia”.

Si bien Oscar Tanguito Páez ya no conducía aquel legendario CH ’38, aún manejaba el taco de billar con cierta destreza… pero ya poco se atrevía a la tentación de una milonga.

Quienes lo conocían, nos susurraron que se le humedecía la mirada cuando desde la radio de un taxi se escapaban los compases del dos por cuatro. Y es posible (creemos nosotros) que en su espíritu, debajo del pañuelo compadrón, resonara el mejor tango, ese que le dice: ¡… quién te quita lo bailado!.

Inspirados en Oscar Páez,  Daniel Urquiza y Lucio Lanzoni, compusieron este tema:

 TANGUITO

Sentado en una silla de fierro en la vereda

Del feca de la esquina, con pinta de fondín

A la sombra de un toldo color de polvareda

Mordido el pucho largo, zapatillas de brin,

Tanguito está pensando, entrecierra los ojos

Y siente que un abrazo le toca el corazón

Y en el sol de la siesta tendido en el asfalto

Ve el brillo de las fiestas donde el nombre ganó.

Tanguito se empilchó y sale a milonguear

Camisa de poplín, taquito militar

Calado el gacho gris, Tanguito va a bailar

Del barrio las pebetas le dicen al pasar:

Tanguito ya te vas, llevame a mí también

Que de un tango al compás quiero seguirte el tren

 Y la barra al volver ¡patota de arrabal!

Le dice: vos, Tanguito, ya no tenés rival.

Va desfilando toda aquella barra piola

Que no le daba bola al pito del botón.

El Ruso, el Negro Hormigo, el Flaco Funebrero

EL Rengo, Lito, el Nene, Malevo el mentiroso,

Percantas y bufosos, ya todo se acabó;

Hoy que ya sos tordillo y un neto laburante

Sentís que un tango rante te muerde el corazón.

Tanguito se empilcha y sale a milonguear

Camisa de poplín, taquito militar

Calado el gacho gris, Tanguito va a bailar

Pero yo que lo entiendo, le digo así al pasar

Tanguito, despertá, mirá no pienses más

Dejá de recordar el tiempo que se fue

La barra ya no está timbeando en el café

Y allá se va Tanguito, con lerdo caminar.