Don Carlos Ángel Cartabia fue un entrañable lechero de nuestro barrio. Allá por los años 50, 60 cumplía con el reparto transportando los tarros en un carro tirado a caballo. El noble equino – que se llamaba Gualicho – era muy conocido (y querido) en Caseros.
Alguna vez, el hijo de don Carlos nos contó: “En Cafferata, casi David Magdalena, había un verdulero que siempre le regalaba una zanahoria. Todos los días, religiosamente, Gualicho llegaba al lugar, pateaba la calle para hacerse oír y recibía la zanahoria. Mientras tanto, mi viejo hacía el reparto casa por casa y sabía que se iba a encontrar con el carro, frente a la verdulería, apuntando para el lado de Villa Alianza.
“Una mañana, mi viejo llegó a la verdulería y le extrañó que Gualicho lo estuviera esperando pero en sentido contrario al acostumbrado. Le contaron qué había sucedido. Gualicho cuando había llegado al negocio para buscar su zanahoria, se encontró con un auto estacionado y ‘midió’ que él y el carro no iban a poder pasar… entonces… ¿qué hizo?… dio toda la vuelta a la manzana en sentido inverso para poder llegar hasta la verdulería y recibir la zanahoria.
“A Gualicho lo único que le faltaba era hablar. Era un poco celoso, mi vieja me cuenta que cuando yo estaba por nacer, le desataba el moño de la parte de atrás del delantal para molestarla… una vez, hasta le tiro un tarascón. Cuando se hizo viejito, mi papá lo mandó al campo para que pasara sus últimos años y continuó el reparto con una Siambretta”.