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Arte, fe y barrio: el mural del Papa Francisco que emociona a La Plata, creado por Martín Ron quien (tal vez) recordó la propuesta pontificia: “¡Hagan lío!”

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En el corazón de La Plata, a solo una cuadra de la imponente Catedral de la Inmaculada Concepción, se alza una imagen que conmueve a creyentes y no creyentes. Se trata del primer mural de Francisco a escala monumental, no solo en Argentina, sino también en todo el mundo.

Y detrás de este homenaje callejero hay un orgullo bien nuestro: su autor es Martín Ron, vecino de Caseros, uno de los muralistas más destacados del planeta y referente indiscutido del arte urbano contemporáneo.

Un caserino en lo alto

Con sus 50 metros de alto por 6 de ancho, el mural muestra al Papa Francisco con la mano en alto y una paloma blanca posada en ella. Un gesto espontáneo capturado por la fotógrafa Tiziana Fabi, en 2013, y que hoy, a brocha limpia, renace sobre una pared de calle 54, casi esquina 14, en pleno centro platense.

“La imagen es emblemática. Transmite paz, ternura, cercanía. Y tenía además la virtud de adaptarse al formato angosto y vertical del muro”, explica Martín Ron, mientras baja del andamio para almorzar con el equipo.

Pintar con alma y técnica

El mural fue realizado por Martín Ron y su equipo, integrado por Nicolás Dicianno, Mariana Parra, Nicolás Androsiuk y Gonzalo Chaves. Tardaron unos veinte días en completarlo y aún faltan detalles finales pero la obra ya está casi lista para su inauguración oficial, prevista para el 26 de julio.

La técnica que emplearon es hiperrealismo, o más específicamente, fotorrealismo. “Pintamos con pincel, a la vieja escuela. Esto es como hacer un óleo, pero a gran escala. Empezamos con cuadrículas o trazos sueltos, luego manchas, capas sobre capas… hasta que los rasgos aparecen y la imagen se revela”, describe Ron con pasión.

Y agrega: “Cuando alguien se acerca y te dice ‘¡parece una gigantografía!’, sabés que lo lograste. Ese es el momento mágico”.

Un mural que conecta con todos

Para Ron, pintar a Francisco fue más que un encargo artístico. Fue una necesidad personal: “Tenía muchas ganas de representar al Papa. Él es un símbolo que trasciende lo religioso. Habla de humildad, de diálogo, de cercanía. Y eso toca a todos”.

Y la respuesta de la gente lo confirma. “Los vecinos de La Plata se detienen, miran, rezan. Algunos se emocionan. Nos traen agua, nos saludan. Es una de las cosas más lindas de este trabajo: esa conexión directa con las personas”, relata el artista.

Orgullo platense, orgullo caserino

Martín Ron nos tiene acostumbrados a estas proezas. Lleva más de 25 años pintando murales, muchos de ellos dedicados a íconos populares. En Buenos Aires dejó su huella con Maradona y Messi. También pintó silos en Rosario, murales en San Nicolás, playas en Miramar, y sus obras se ven en lugares tan disímiles como Manhattan, Dinamarca o Arabia Saudita.

Pero este mural tiene algo especial. “Por su mensaje, por el lugar, por la historia que cuenta… tiene un peso distinto”, afirma.

Y, para quienes conocemos su historia desde Caseros, también lo tiene: ver a uno de los nuestros llegar tan alto – literal y simbólicamente – emociona y llena de orgullo.

Una imagen que se vuelve parte del paisaje

Ron tiene claro que su arte no es pasajero: “Un mural no dura solo 10 o 20 años. Empieza a formar parte del paisaje urbano, de la rutina de los vecinos, de la memoria colectiva. La gente dice: ‘Yo vivo cerca del mural de Francisco’, y eso ya crea pertenencia, identidad.”

Por eso, este retrato del Papa no es solo una pintura. Es también un símbolo vivo, un nuevo hito para los circuitos turísticos, una razón más para recorrer La Plata a pie y para detenerse, cámara en mano, frente a una obra que conmueve y transforma.

Mientras el mural toma su forma definitiva, el equipo ya siente que algo cambió en la ciudad. Y también en ellos. “Nos vamos llenos de abrazos y buenos recuerdos”, dicen.

Y en Caseros, el nombre de Martín Ron vuelve a circular con admiración. Porque aunque pinte en las alturas, nunca podrá olvidar el suelo que lo vio crecer.

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