Una imagen detenida en el tiempo: los hermanitos Liliana, Raúl y Susana Paponet paseando tranquilos por la esquina de avenida San Martín y Nuestra Señora de La Merced, que por entonces todavía muchos conocían como Uruguay.
Se los ve sonrientes, despreocupados, como si intuyeran que están caminando entre recuerdos que algún día serían historia.
En medio del cruce, apenas visible, aparece la base del mástil que durante años fue parte del paisaje del barrio. Ese mismo que había sido de la fragata escuela Presidente Sarmiento y que terminó anclado en este espacio tan transitado de Caseros.
Los memoriosos no dudan: todos los domingos se izaba la bandera.
El mástil, cuentan, también estuvo apostado un tiempo en la antigua sede del club 9 de Julio (Nuestra Señora de La Merced, entre David Magdalena y Cavassa)
Era tradición: en ese rincón se celebraban actos escolares, fechas patrias y hasta algún que otro desfile improvisado.
Pero los tiempos cambiaban. En los años ’60 lo sacaron. Dijeron que molestaba al tránsito. Y con él, desapareció un pedacito de identidad barrial.
Todavía Caseros era un pueblo grande, de esos en los que todos se conocían. Ya asomaba el vértigo del crecimiento, pero quedaban postales hermosas…
Como esa avenida todavía adoquinada y los árboles frondosos que daban sombra y frescura. Tanta, que hoy parece increíble.