Fue ayer, a sus 87 años. Conocido plástico de nuestro distrito, él se definía como “artista público”, condición sobre la que alguna vez dijo: “La gente no sabe bien a que se llama arte público, saben dónde se hace, pero creen que somos escultores y pintores que exponemos en espacios abiertos, y no es sólo eso, tiene una base comunicante, lo que llamamos transversalidad, lo que educa, no lo que vemos con nuestros ojos, sino ver bien la vida, esta actividad produce cambios en mí (…)
“El arte público llega cuando hay un grupo de gente que coincide con una misma idea, siempre hay un coordinador, pero en definitiva es el encuentro con la gente, sino solo sería un cumulo de individualidades. Cuando hacemos algo en el barrio y viene todo el mundo es un momento solidario y colaborativo con lo que sea, hasta una botella de agua fría, puede provocar eso que yo llamo el “chispazo”. No me gusta que ninguna obra este encerrada tras una reja, quiero que la gente la disfrute, la toque y la contemple libremente, la obra no debe estar presa” (*).
De andar cansino y algo desgarbado, flaco, su sonrisa de dientes separados y voz apacible despertaban inmediata empatía. Hacía un culto del perfil bajo.
Se recibió de Licenciado en Artes Visuales (IUNA) y ejerció como profesor en Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación Ernesto de la Cárcova y en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón.
Vecino de Villa Bosch, era asiduo concurrente a toda iniciativa cultural que se presentara en nuestro municipio. Sus obras están presentes en varios espacios públicos de nuestro distrito. En Caseros, por ejemplo, en el Paseo de las Artes, la plaza Fray L. Beltrán (foto), el gaucho a caballo en el cruce de Kennedy e Iribarren…
Pocos meses antes de la pandemia (fue la última vez que lo vimos), lo entrevistamos mientras coordinaba una muestra pictórica en una escuela de Barrio Derqui.
De un interesante reportaje que le realizó la revista Ser de Villa Bosch, en 2017, extraemos lo siguiente:
– ¿Una nueva obra es pensada?
-No, en realidad es como un sueño algo que uno vio o sintió y espera para ver, que sale, está en el inconsciente por lo general lo que yo digo es porque antes lo dijo otro y yo me quedo con algunas cosas. Borges decía “a mí me aparecen muchos temas, al día siguiente me quedo con unos pocos, cuando me queda uno solo ahí empiezo a trabajar”, es lo que queda en el interior de cada uno, yo lo llamo dignidad. Es un valor que hay que rescatar, es algo que está más allá de los intereses, de los lugares comunes, está más allá del arte.
-¿Hizo muchas exposiciones?
-Hice muy pocas, la última fue hace dos años, fue una muestra de pintura en la Dirección de Cultura. Yo hago más arte público, no se me conoce tanto como artista plástico.
– ¿Hace trabajos para terceros?
– No hago nada por pedido que sea rentado, todo lo hago por propia voluntad.
– ¿Ud. nunca cobra sus trabajos?
– Nunca, todo lo hago gratis, yo hago el trabajo, pero necesito que me ayuden con los materiales. Tampoco cobro las clases, nunca lo hice y si vendo alguna obra, el dinero lo dono a la cooperadora de la escuela 16 de Villa Bosch, de la cual soy padrino, eso me valió el reproche de algunos artistas del barrio que piensan distinto a mí. Soy un “subversivo”
– ¿Qué problemas le trajo?
– Por el año 94 pertenecía a SAPI (Sociedad de Artistas Plásticos independientes). Yo era el socio N° 1 fundador de la institución y presidente y me expulsaron justamente por ese motivo. Pero para mí hay cosas más importantes, que no se pagan con nada. Tiene que ver con la relación con la gente. En una oportunidad me encontré con el arquitecto Benítez, que en ese momento pertenecía al municipio, viendo que estaban arreglando las plazas le ofrecí mi colaboración, me preguntó si quería hacer una escultura y cuanto le cobraría, le contesté que sí quería y que lo haría gratis. Empecé a trabajar con la cuadrilla, comía con ellos, la pasé genial, eso no se paga con nada y es lo que me hace feliz.
– ¿De qué vive Alberto?.
– Vivo de mi jubilación, vivo austeramente, no necesito más de lo que tengo, a veces voy a comprar a un negocio y la gente me regala las cosas. Yo hice la primaria, la secundaria, las tres escuelas de arte y no pagué un peso. Todas eran escuelas nacionales y públicas, yo le quiero devolver a la comunidad algo de todo lo que me dio, ¿la gente que quiere aprender y no tiene plata como hace? Bueno yo le doy esa oportunidad y a cambio me enriquezco con ellos porque aprendo de ellos, empiezo a apreciar más aspectos de la vida. En una oportunidad una nena de 5 años me enseñó algo, yo le pedía que haga un corazón y ella no sabía, para ayudarla le digo ¿a qué fruto se parece? ¿Se parece a una manzana? y me contesta, no ¿A un durazno?, no, es que no se puede abstraer, el corazón es corazón y la manzana, una manzana, para esa nena lo que es, es y lo que no es, no es. El año pasado tuve 60 pibes de mañana y de tarde, aprenden, me prestan atención, he tenido chicos de hasta 2 años.
– ¿Por qué (realiza) tantas esculturas con el tema de las madres?
– En mis épocas de estudiante en las escuelas de arte, se me aparecía siempre una imagen de mujer con los brazos en alto, hasta que un día también empezó a aparecer un chico, siempre me salían así. Yo tengo algo especial con las madres, son el origen de todo. Un día hice la escultura y la puse en el jardín de mi casa, una persona me dijo porque no la pone en la calle, mi formación me decía que no se podía hasta que me dije ¿Por qué no? Fui a la municipalidad, hice todos los trámites y me dieron la autorización. Me ayudó mucho el profesor Cabrera (José), Director de Cultura de esa época con todos los trámites. El día que la colocamos fue una fiesta con todos los vecinos.
– ¿Qué tiene que hacer un chico que quiere aprender a pintar?
– Viene y directamente, me toca el timbre, me dice que quieren aprender a pintar con lápiz, con tempera, acuarela, con lo que sea, y yo les digo de tal hora a tal hora puede venir, media hora o las tres horas, nunca les voy a cobrar.
(*) Ser de Villa Bosch