Fue una muy querida vecina de nuestro barrio. Falleció el 12 de enero de 2021, a sus 86 años.  Afable, simpática, solidaria, una vecina con la que daba gusto encontrarse.  En cierta oportunidad, nos habló sobre su vida:

  • Mi papá se llamaba Manuel Apolinario Figueroa. Cuando conoció a mamá – Antonia María Sanmartino – le dijo que se llamaba Mario porque no le gustaba ni el Manuel ni el Apolinario. El nombre le quedó para siempre: don Mario, le decían todos.
  • Soy del ’34. La casa de mi infancia estaba en la calle General Paz (actual David Magdalena) entre Mitre y Esteban Merlo. Al poco tiempo, enfrente de casa se mudó el club 9 de Julio. El club fue mi segundo hogar.
  • Papá fue toda una institución en Caseros. Era habitué del club y de Ottonelli. Fue piloto militar, amigo de Santiago Germanoff, un as de la aviación.
  • Empecé a jugar al básquet en el club a mis seis años. Integré el equipo que en el ’54 empezó en categoría novicias y, en apenas tres años, ascendió a primera. Fue algo extraordinario. El club se llenaba de gente para vernos practicar. Los vecinos se acodaban en la baranda que rodeaba la cancha y se quedaban mirándonos hasta que terminábamos.
  • La cancha era descubierta y con piso de polvo de ladrillo; después, se hizo de mosaico. Salimos a vender, a los vecinos, bonos contribución por un metro de piso. Yo vendía tantos talonarios que me decían el azote de Caseros.
  • Para jugar al básquet nos poníamos un pantaloncito azulino y una blusa a rayas con los colores del club. Esa blusa era una novedad porque la mayoría era lisa. Los pantaloncitos cortos – que mostraban las piernas – lo empezamos a usar recién cuando estuvimos federadas. Antes, usábamos uno que llegaba hasta las rodillas… el mío, mamá me lo había hecho más largo, todavía.
  • Ese fue un equipo bárbaro, en el ’54 jugamos 120 partidos y ganamos 117… a San Lorenzo, le ganamos 88 a 8. Teníamos muy buenas jugadoras: Esther Landolfi; Amelia González; Mary Pisano; Negra Tomasini, la capitana… Yo era la peor del grupo, de las menos dotadas… no tenía velocidad ni emboque pero si era la que hacia las jugadas más extrañas, las más raras. Mi hermano, El Nene Figueroa, que medía dos metros, jugaba en el equipo de segunda… también fue un buen equipo.
  • Yo, además, entrenaba a las Pulguitas del club. Como siempre faltaba plata para el deporte, organizamos una especie de quiosquito donde vendíamos pizza que hacía mamá. Papá cruzaba la calle con la pizza humeante y no llegaba al quiosco que ya estaban las porciones vendidas.
  • Mi casa – que era una casa de puertas abiertas – era como la secretaría del club. Cuando los directivos querían hacer una comilona le decían a mamá: “Doña Antonia, por qué no se prepara unos raviolcitos” y los comían en casa… 
  • Tengo tantos lindos recuerdos de la gente del club… Roberto Garberi, el entrenador; Ernesto Dubois; Oscar Longuinotti; Julio Tomasini; Oscar Valdés; Julián Inza; el Gordo Angeletti, Pedro Spinetta… queridos todos, me crié con ellos.
  • Los jóvenes trabajábamos mucho para el club. Nos tratábamos de usted… lo que son las cosas, cuando ahora me encuentro con alguno de aquellos muchachos, nos tuteamos.
  • Hacíamos los bailes del delantal y la corbata donde se elegía al delantal de cocina más lindo y a la corbata más original… ¡Los muchachos se ponían cada cosa!.
  • La peña La Chaya nació en la puerta de casa donde estábamos reunidos Teresa Celeiro, Armando Setticasey yo y decidimos organizar una actividad relacionada con el folklore.
    La peña se inauguró el 9 de diciembre del ’60. Fue creciendo y, a la larga, tuvo un éxito bárbaro. Cuando nos fuimos del club, estuvimos instalados en varios lugares: en la confitería Lopresti(Urquiza y avda. San Martín)Ateneo Cultural de Caseros, Asociación Fomento de Caseros – donde recibimos la gran ayuda de Darío Catena y Nicolás Berraondo-, Sociedad Friulana(Devoto)… la profesora de La Chaya –Inés Bocca – tenía muchísimos alumnos. Actuaron los Quilla Huasi, los Cantores del Alba, Jaime Dávalos, Los de Suquía, Los Cuatro de Córdoba… Fue una peña que había nacido tímidamente y duró veinticinco años.
  • Además de La Chaya, en Caseros hubo otra peña muy querida: “El Antigal”, que estaba instalada en el club Jota Jota. Con ellos organizábamos las búsquedas del tesoro que eran muy divertidas…
  • Fui a la escuela 83 (actual 45) hasta cuarto grado; terminé la primaria en el Superior de Niñas, de Villa del Parque. Por supuesto, también aprendí dactilografía, piano y corte y confección.
  • Al lado de casa, vinieron a vivir, cuando llegaron de Italia, Juan “Nani”Santiago “Caco” Zannella, en una vivienda donde el matrimonio Príncipiles alquilaba la cocina y un dormitorio. Incluso, cuando Nani se casó, por poder, con su esposa Federica Montecuco y ella llegó de Italia , siguieron viviendo allí. Fue gente muy trabajadora, se dedicaban a la herrería de obra.
  • Trabajé durante nueve años en Norbert que fue la primera fábrica de muebles metálicos de Caseros; estaba ubicada al lado de la fábrica de cepillos de Fenoglio (Mitre, entre David Magdalena y San Martín). Ahí, Chiche Stafolani me enseñó contabilidad.
  • Cuando Norbert se fue a San Miguel, Nani Zannella me llamó para trabajar con ellos. Estuve más de veinte años en la empresa. Me trataban como a una reina. Considero que el éxito de los Zannella fue su amor al trabajo. Yo siempre digo que Nani siempre tenía una carta bajo el brazo, aun en las épocas menos prósperas. Si no se vendían motos y había que vender cubanitos, se vendían cubanitos. Eran empresarios de verdad. Progresaron, pero bien. Después de varios años que quedó viudo, Nani se casó con la actriz Julia Sandoval.
  • Caco Zannella se quedó a vivir en Caseros , en una casa muy grande de La Merced, entre David Magdalena v Cavassa. Era tan fanático de Italia que, en esa casa , se hizo construir una piscina con la forma de bota. Yo no tengo más que palabras de alabanza y de agradecimiento para los Zannella. De esa época , me quedaron muchos amigos.
  • Papá me decía siempre: ‘No somos ricos en dinero, somos ricos en afecto’.
  • Mi casa era de jardín adelante, galería, muchos vitroux, quinta y gallinero. Cuando venían visitas, mamá iba rápido al fondo a torcerle el cogote a algún pollo.
  • Primero, falleció papá; después, muy joven, mi cuñada Amelia; al poco tiempo, falleció mamá… mi hermano, tan fuerte él, quedó tan mal que tuvo un ataque cerebro vascular que lo dejó postrado durante diez años hasta que falleció. Fueron años difíciles sumados a otros problemas que pude superar gracias a que tengo carácter fuerte y alegre.
  • Tengo dos sobrinos maravillosos: Mariano Carolina; por otro lado, la vida no me dio hijos pero tengo doce ahijados.
  • En algún tiempo trabajé para Arenil (Asociación para la Recuperación del Niño Lisiado), para el Consejo de Administración del Cooperativo, para el Hospital Caseros. Ahora, estoy colaborando con la biblioteca Alberdi… de una otra manera siempre estoy en Caseros. Al cabo de los años, reconocí que tengo una cantidad increíble de amigos como decía papá.
  • Mi nombre es María del Carmen… pero todos me conocen por el Cuqui que me puso mi abuela paterna. Según me contó papá, esa abuela era toba.