Los alrededores de la calle Moreno y pasaje Tupiza fueron escenario de la infancia y juventud de Francisco Eugenio Scolaro (foto).
Fue alumno de la Escuela N° 9 y del instituto Nuestra Señora de La Merced. Más adelante, se graduó como licenciado en Recursos Humanos.
Al Jota Jota – entidad de la que llegó a ser presidente en dos períodos – se acercó por ser el club del barrio.
“De pibe, me colaba en la cancha por el alambrado que daba a las vías”, nos confesó alguna vez.
Hablaba del tiempo en que la cancha celeste se ubicaba donde hoy se levanta Easy.
Ingresó en 1978, como secretario de la entidad, cuando el presidente era Remo J. Vassia y el club luchaba por sobrevivir porque a los problemas económicos se le sumaban los conflictos generados por la interna entre la gente de la sede (“bochófilos y naiperos”) y los futboleros.
Scolaro continuó ejerciendo su cargo en tiempos presididos por Dante Spinetta y por Jaime Borodovski.
Por entonces, Raul Schweiser era el intendente comunaI (de facto) y la cancha de Murias (ex Kelsey) y Alberdi estaba montada, desde hacía décadas, sobre terrenos pertenecientes al municipio.
“De a poco, fuimos haciendo escalones de cemento a las tribunas, construímos una canchita de papy futbol y dos piletas de natación. Todo se hacía a pulmón, organizando rifas, cenas, bonos contribución…”, describió Scolaro.
Sucedió que la comuna empezó a reclamar el predio y – a pesar de todas las gestiones y quejas presentadas por los directivos – se le puso fecha a la toma de posesión.
Fue un sábado de marzo del ’80, recordó Scolaro :“Borodovski, Bartolorné Quinterno, Dante Spinetta, Barbieri y unos treinta vecinos nos pusimos frente a la motoniveladora que amenazaba tirar abajo el portón porque nos negamos a entregarle el candado”.
Finalmente, la entrañable cancha de la calle Kelsey se perdió para siempre y se inició el extendido peregrinar por canchas forasteras.
“Como no pudimos arreglar ni con Estudiantes de Buenos Aires ni con Almagro, tuvimos que jugar de local en Juventud Unida (Muñiz) y en Ferrocarril Urquiza”, indicó Scolaro quien también, entre otros comentarios, agregó:
- Fui presidente del club: entre 1981 y 1985 y entre 1990 y 1992. Por entonces, jugábamos en 1° D.
- En el ’81, estuvieron a punto de desafiliarnos. Grondona sacó una resolución que decía que los clubes de 1° D que no tenían cancha, quedaban desafiliados. Liniers, Deportivo Paraguayo y Macabi estaban igual que nosotros. Recuerdo que con Raúl Gallardo revisamos el estatuto y encontramos una perlita jurídica que nos salvó. Nos presentamos ante Grondona y dijimos que por igualdad ante la ley pedíamos la desafiliación de San Lorenzo, Italiano y dos o tres equipos más que ahora no recuerdo. Grondona me dijo “usted está loco”… Pero nos saIvamos.
- Fui gerente de Casa Tía desde 1977 a 1988. A la mayoría de los jugadores, los hice emplear en la sucursal de Haedo y les daba permiso para entrenar dos veces a la semana.
- A los jugadores se les pagaba el viático por partido ganado, el sanguche y la Coca. Entrenaban en Tiro al Segno, en el club de la Fiat o en el campito de los curas (Bonifacini y Murias). A veces, no quedaba otra que entrenar en plena calle o incluso en La Excavadora… ahí era peligroso porque les afanaban la ropa.
- A las canchas, íbamos en un micro destartalado, al que le decíamos la Santa Milonguita, que ofrecía y manejaba Mario Pietanza, un gran pero gran colaborador del club.
- Los mejores jugadores que vi fueron Fraile, Screiber, Pichocho Cirigliano, Broggi, Spínola, Montiel, Fabbiani, los Perea, Benito El Fantasma Ramírez, Ciavata, Nuet Catala (su padre, textilero, ayudaba mucho al club)…
- En 1988, durante la presidencia de Jorge Aroldo, el goleador de la divisional fue Roberto lantorno al que vendimos a Racing por 30 mil australes; con esa plata, se pudo comprar el terreno donde hoy se levanta el anexo San Jorge, frente a la comisarla 1°.
- En 1987, cuando Chiche Dáttoli fue intendente, nos cedieron seis hectáreas en el barrio El Libertador para levantar la cancha que inmediatamente cercamos con paredes que levantamos junto a Mario Pietanza, Horacio Arregui, Yaneta, entre otros… Plantamos árboles; pero se los robaron, las paredes la usaban para tirar basuras… por suerte, después llegó Ramón Martín, al que le fui a pedir que agarrara la presidencia, y levantó la cancha nueva.