Escalofriante: convirtió 299 goles en el futbol francés, marca todavía que nadie superó.
“Pero ahí no suman los 30 que hice para el Mónaco, en segunda. En total tengo más de 450”, corrigió en cierta oportunidad.
Vive en Mónaco, lujoso principado a orillas del Mediterráneo.
Desde primero inferior a sexto grado, concurrió a la Escuela 11, (Angel Pini, entre Olavarría y Hornos).
Es vecino del magnífico castillo de los Grimaldi, conoció a Rainiero, Carolina y Estefanía. Pero a quien más trató es al príncipe Alberto II.
PARAMOUNT & OTTONELLI
Miraba tres películas en el cine Paramount, antes de las obligadas dos porciones en lo de Ottonelli. Se codeó con Borg, Proust, Jody Schetker, pero nos anticipó que sus amigos son “Baby Sánchez, Pichón, Pocho, Cibeyra y seguro que me voy a mandar una c… porque me estoy olvidando de alguno”, se lamentó cuando lo entrevistamos para Caseros y su Gente.
ESA PELOTA
La vida de Delio Onnis dio tantas vueltas como una pelota. De eso se trata, de la pelota. El hijo mayor de don Giovanino Onnis y Lucía de Cesaris nació en Italia pero a sus dos años ya dormía en una casa de la calle Catriló, en Villa Pineral.
Recordó: “Dormíamos todos en la misma pieza mi hermano Alejandro y yo ocupábamos la misma cama. Mi papá – don Nino – era empleado de Olivetti… Después, nos mudamos a Gabriel Linares y Pringles. Me parece verla a mi vieja dándole a la bomba para sacar agua… éramos una familia modesta pero sin dramas”.
ALMAGRO
La pelota da una vuelta y encuentra al adolescente Delio concurriendo a una prueba en Almagro “junto a Héctor Demato, un muchacho de enfrente de casa”, donde queda fichado y comienza su vinculación con las redes contrarias.
Principio de los años ’60 y empieza su fanatismo por Sandro.
Nos recalcó: “Yo soy un loco de Sandro, cuando me fui a Francia, me llevé todos sus discos y todavía los tengo. Más pasa el tiempo, más me gustan. Mi hijo mayor se llama Sandro por él. Me gusta la música de sus temas pero, ahora que soy más grande, más me gustan las letras que son poemas”.
Se enojó con la gente de Almagro (NdeR: es calentón y algo mal hablado) y por dos o tres años su relación con el futbol se limitó a integrar el equipo barrial Babilonia (“Se llamaba así por mi amigo Baby”) de recordada actuación en las canchitas de Caseros. Don Nino lo convenció de retornar a Almagro donde en la misma temporada – y casi sin escalas – pasó de la cuarta a la primera (foto).
GIMNASIA Y ESGRIMA DE LA PLATA
La pelota da otra vuelta y en el ’69, Delio sale a la cancha tras atravesar el túnel que une al vestuario local con el césped de Gimnasia y Esgrima de la Plata, el equipo del barrio ‘El Mondongo’ que adquirió su pase.
Fue compañero del “Loco Gatti, el Ruso Ziwyca, el Ratón Lonardi, el Perro Diéguez… un buen equipo”.
Onnis guarda muy buenos recuerdos sobre su paso por el Almagro que cobijó sus primeros sueños como de su trayectoria en el equipo del Bosque donde jugó hasta septiembre del ’71.
“Había un ambiente sensacional, pasé momentos inolvidables… tuve un director técnico extraordinario: José Varacka. Él me inspiró: ´Vos, todos los lunes, tenés que estar en las fotos de los diarios’”.
– Varacka tenía fama de mufa.
– Gansadas (no dijo “gansadas”) que decían los giles, ganaba en todo lo que hacía. En Colombia, hasta ganó un campeonato que se desempató en la ruleta… hasta se sacó la grande de la lotería. ¡Mama mía! ojalá pudiera tener yo esa mufa.
FRANCIA
Da otra vuelta la pelota y el muchacho de Villa Pineral que saltaba los zanjones llenos de sapos para ir a la escuela 11 aterriza en la burbujeante Reims, la patria del champagne, al nordeste de París. Había sido contratado por el Stade Reims, el crédito local.
Allí, con la camiseta número nueve, inició su increíble racha goleadora de 299 tantos que lo convirtió en el máximo artillero del futbol francés, de primera división, de todos los tiempos. Fue cinco veces goleador del torneo superior, marca solamente igualada por otro argentino, Carlos Bianchi.
Delio se caracterizó por ser un jugador fuerte, bien plantado, de ir mil veces al área contraria a torear a los defensores, a encarar al arquero. Más fuerza que habilidad. Temperamental, perseverante, una fiera al acecho. Por sugerencia de Onnis, también llegaron al Reims, el Ruso Ziwyca y el Turco Laraigné.
MÓNACO
Al poco tiempo, el equipo del principado – el Mónaco – le echó el ojo al morocho de Villa Pineral y lo llevó a sus filas. Allí alcanzó su esplendor futbolístico. A fuerza de voluntad y goles, conquistó a los monagescos. Fuera del entrenamiento, se quedaba peloteando con el príncipe Alberto.
– ¿Te costó adaptarte?.
– Las primeras semanas estaba deslumbrado por todo lo que iba conociendo y no tuve tiempo de extrañar. Pero al mes ¡ay, ay, ay! la pasé muy dura. Extrañaba un montón, me la pasaba hablando por teléfono. Pero, bueno me la aguanté.
– Se dice que los franceses son fríos…
– Se dicen tantas cosas, que son fríos, que no se bañan… nos tendríamos que callar un poquito y conocer, después hablar. Ocurre que los argentinos sabemos de todo: de fútbol, de política, de minas, de comidas… uno se encuentra en la calle con cada papanatas que habla y no sabe nada. El francés es un tipo que a nosotros nos parece más frío porque es más ordenado, es de planificar… de desconfiarte un poco al principio, hasta que te conoce, después, es como todos… eso es lo que nosotros llamamos frialdad. A lo mejor, nosotros somos más calientes pero más hipócritas. Es un país mucho más adelantado que el nuestro, en todo sentido. Allá el tigre tiene una manchita y moriste. Allá, como en Alemania, todo es muy ordenado; a veces, extraño el desorden de acá, pero cuando vengo acá, donde todo es un q… extraño el orden de allá.
– ¿Cómo es Mónaco?.
– Un lugar irreal que no se puede describir. Por sobre todo, me gusta la limpieza, la seguridad debe ser uno de los lugares más seguros del mundo… Ojo, que hay gente a la que no le gusta o le gusta pasar unos días de vacaciones y nada más.
Tras jugar siete años en Mónaco donde compartió triunfos empates y derrotas con “Pastoriza, Tarabini, Nogués, el paraguayo Correa…” la pelota rodó otra vez y fue transferido al Tour; luego, al Toulón donde, a sus 38 años, colgó los botines.
Probó suerte como director técnico pero su temperamento calentón entorpeció la relación con los dirigentes que, “como en todas partes del mundo, te quieren decir qué jugadores poner o cómo jugar y eso conmigo no va”.
– ¿Cómo se convierte uno en goleador?.
– Es algo que no se puede transmitir, es una cuestión de olfato, intuición, viveza, suerte para estar a la pesca de los centros, de los rebotes sobre todo, hay que tener perseverancia y no achicarse cuando andas con la racha en contra.
‘ESPIÓN’
El excelente recuerdo que Onnis dejó en el Mónaco influyó para que el club lo contratara “como espión” para descubrir en Sudamérica, talentos para jugar en el fútbol francés, ocupación que aprovecha para escaparse ante la menor oportunidad a la Argentina para visitar a los suyos. En el principado tiene un pasar cómodo, su esposa francesa, maneja un BMW… “allá es normal porque todos los coches son buenos”.
Se reconoce hincha de Boca… “¡Qué querés si soy tano y negro, cómo no voy a ser hincha de Boca! pero ¡ojo! también soy hincha de Almagro y de Gimnasia, eh”.
El hombre de Mónaco… “No, pará, che… yo estoy en Mónaco pero soy de Caseros que no es lo mismo… soy de Caseros, eso no lo perdí nunca. Si yo no vivo acá, en Villa Pineral, es porque tengo esposa e hijos y yo a mis hijos no los voy a traer acá porque esto no es un país, es un polvorín. Pero yo, de ser soltero, agarro las valijas y Mónaco es muy lindo, los franceses me tratan bien pero pego la vuelta… mis raíces están acá, me vengo a vivir acá. Acá están mi familia, mis amigos, mi barrio…”.
La pelota sigue rodando.
NdR: Esta entrevista fue realizada en la década del 2000, durante una de las tantas visitas de Delio a nuestros pagos. El histórico goleador hoy tiene 73 años; está casado con Maryce Bonoron y tiene tres hijos – Sandro, Davy y Jody – y dos hermanos: Alejandro, de recordada trayectoria futbolística en Atlanta, y Roxana.