Año 1968. Old Trafford, Inglaterra. Manchester United vs. Estudiantes de La Plata. El súper crack Bobby Charlton apenas si lo puede creer. Recorre el campo de juego con gestos contrariados. Le resulta imposible superar al rubio argentino. Concluye el partido. El capitán del Manchester United – y del seleccionado local, campeón mundial del ’66 – se dirigió al vestuario con la única satisfacción de haberse liberado por fin de la marca intensa del muchacho de Caseros.
“En ese tiempo, yo vivía en Villa Pineral, cerca de la plaza, en la calle Trenque Lauquen, entre 3 de Febre-ro y Sarmiento”, nos recordó, años más tarde, Néstor Togneri el marcador que le amargó la jornada al magnífico Bobby.
El Néstor de Villa Pineral jugó casi 400 partidos en primera división, precedidos por infinitos encuentros en potreros tanto caserinos como de los alrededores. Su cabellera rubia se cansó de despejar los centros que merodeaban los arcos de la canchita de Urquiza y Trigilli (actual Chango Más), los de Vías y Obras (actual Cedem 2), los de Once Corazones (Ciudadela)…
“Me la pasaba jugando al futbol”, admitió.
Tras los potreros, las inferiores de Tigre y Platense hasta que en una tarde de expectativas, un técnico miró al banco de suplentes y pronunció las palabras mágicas: “Che, rubio, preparate… hoy jugás de titular”.
“En Platense, salí campeón de primera B; después, con Angelito Labruna (DT) hicimos una campaña bárbara y jugamos las finales contra Estudiantes de la Plata”.
A ese encuentro, la parcialidad calamar todavía lo recuerda con dolor: “Íbamos ganando tres a uno y perdimos cuatro a tres… se fue el campeonato y el premio con el que pensaba saldar la deuda del departamento que había comprado en Caseros”.
Dicen que el futbol da revancha y el rubio, al que también pretendían River y Vélez, recaló justamente en el ‘pincha’ de Bilardo, Pachamé, Manera, Poletti, Aguirre Suárez…
El ímpetu y la entrega gestados en los baldíos de Caseros maniataron a goleadores como Curioni, Lobo Fischer, Rojitas, Morete, quienes apretaban los dientes cuando divisaban al flaco musculoso de la camiseta blanquirroja.
“Fue una época de muy buenos jugadores…los en-frente a todos; incluso, a Pelé”, apuntó Togneri, quien, además, convino con cierta dosis de picardía: “Yo no era de pegar… tenía fama de dar pero no era para tanto”.
CAMPEON INTERCONTINENTAL
En el Estudiantes de Zubeldía, famoso por su temple y despliegue, el caserino se destacó justamente por esas cualidades. Fue uno de los protagonistas principales de los encuentros que arrearon la copa Intercontinental (foto principal) para la ciudad de las diagonales.
Se entreveró también en los legendarios clásicos contra los triperos, encuentros que acaloran a la geografía platense.
“Pero cuando terminaba el partido entre los jugadores estaba todo bien; incluso, nos encontrábamos con Gatti, Della Savia o Rosl y nos íbamos a tomar algo”, afirmó Togneri quien también en aquellos clásicos enfrentó a otro de los créditos caserinos: Delio Onnis.
“A Onnis lo conocía de jugar en Caseros; incluso, muchas veces viajábamos juntos a La Plata”.
A sus 34 años, jugando para Quilmes, Togneri colgó los botines. Se calzó el buzo de DT y durante casi cuatro años dirigió, con buena perfomance, al Nacional de Medellín, en Colombia.
Le preguntamos:
– ¿Un jugador?
– Dos: Bobby Charlton y la Bruja Verón.
– ¿Un árbitro?
– Sin dudas, Castrilli.
– ¿Un arquero?
– El flaco Poletti… y eso que jugó casi toda su carrera con un problema en la rodilla.
– ¿Un técnico?
– Faldutti; Zubeldía… que era de trabajar mucho; Angelito (Labruna) era pícaro para planificar los partidos y elegir los jugadores… pero, en definitiva, el futbol no tiene secretos. Si tenés buenos jugadores, podés armar un buen equipo, lo demás son macanas. Ocurre que los comentaristas deportivos son terribles: a veces, incluso, son ellos los que arman el pizarrón.
– ¿Qué anda mal en el futbol?
– Principalmente, esto que está pasando que a los chicos de 9 ó 10 años ya los contratan. Les ponen presión cuando lo que deberían hacer es dejarlos divertirse con la pelota.
Nuestro vecino estaba casado con Mirta Vecchione, una piba de Caseros. El matrimonio tuvo dos hijos- Gabriel y Gustavo – y dos nietos.
Cuando lo entrevistamos, el otrora tenaz cancerbero sosegaba su despliegue en una serena distribuidora de artículos plásticos. Pero confesó que andaba con ganas de acomodarse nuevamente al lado de la raya de cal, como director técnico. Experiencia y blasones no le faltaban.
Néstor Rubén Togneri falleció el miércoles 8 de diciembre de 1999, a sus 57 años. Días atrás se cumplió el 25º aniversario de su deceso.